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"Simulé mi muerte para huir de los testigos de Jehová"

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Tras pasar 11 años dentro de los testigos de Jehová, un exmiembro de la secta religiosa decidió huir de la organización y emprender un viaje de cinco años a través de toda Rusia y el espacio postsoviético.
"Simulé mi muerte para huir de los testigos de Jehová"

Iván Shiriáyev, que es oriundo de la ciudad de Kamyshin (Volgogrado, Rusia), se ganó el prestigio y reconocimiento de los testigos de Jehová durante sus 11 años como miembro de la organización religiosa. No obstante, un día decidió abandonar la secta y dejar atrás tanto la doctrina que predicaba, como a su esposa, devota a las creencias de aquella.

"Siempre dudaba de si estaba siguiendo el camino correcto", reveló Shiriáyev en una entrevista concedida al portal The Village. Durante su membresía en la secta el hombre apenas tuvo tiempo para analizar sus dudas en profundidad, ya que dedicaba casi todo el tiempo libre –lo cual no era poco teniendo en cuenta que trabajaba unas pocas horas al día, justo lo necesario "para ganarse el pan y la leche"– a oraciones, predicación y actividades de la organización. La salida de la secta empezó a fraguarse con el libro 'Crisis de conciencia' del exmiembro del cuerpo gobernante de los testigos de Jehová Raymond Franz.

Shiriáyev llevaba más de un año considerando la idea de salir de la secta. Las obras de Franz, "probablemente la persona más temible en el universo después de satán [para los testigos de Jehová]", le ayudaron a entender cómo funciona la organización.

Un día cotidiano en el seno de la secta

Un día típico de un testigo de Jehová empieza con la lectura del folleto 'Examinando las Escrituras diariamente' y con oraciones, explica el exmiembro de la organización. El trabajo de la vida mundana no adquiere mucha importancia para los testigos, que tratan de dedicarle el menor tiempo posible. La ocupación principal es predicar. "Sirves varias horas, vuelves a casa, te preparas para una reunión y te vas a la cama", señala Shiriáyev.

Cuando estaba en las filas de la secta, las reuniones tenían lugar dos o tres veces a la semana y contaban con la participación de unas 30 personas. "Entre los testigos siempre te sientes culpable, por eso muchos padecen depresión", indica. Los miembros de la secta constantemente se enfrentan a la pregunta de si podrían hacer más y 'robar' tiempo de asuntos menos importantes para dedicarse aún más a su misión.


"Se oye constantemente: '¿Podrías hacer algo más? ¿Podrías invertir el tiempo que dedicas a asuntos menos importantes y participar aún más en la misión?'".
Iván Shiriáyev


Convencidos de que el Armagedón se acerca y solo 144.000 personas se dirigirán al cielo después de la muerte mientras el resto se queda en la Tierra, los testigos de Jehová tienen como objetivo principal divulgar este acontecimiento a todo el mundo. Y la predicación es la forma principal de lograr este fin.

Cada mes los miembros de la secta presentan un informe donde indican cuántas horas han servido y cuántos materiales religiosos han difundido. "Existen miembros experimentados que, por ejemplo, predican no menos de 70 horas al mes", comenta Shiriáyev, quien ejerció a lo largo de ocho años. También existe un sistema de incentivos y castigos que pueden estimular tanto el crecimiento en la jerarquía de la secta, como la privación de los privilegios. El castigo más duro es la expulsión.

En cuanto al perfil de los miembros, la mayoría de los testigos de Jehová son personas sin estudios superiores (la educación superior no es bienvenida en la organización). En las reuniones solo el 20% son hombres. El resto son mujeres jóvenes, mujeres con niños y ancianas, menciona Shiriáyev. No se permiten las parejas de hecho y los matrimonios con personas ajenas a la organización no están bien vistos.

La fuga

La escapada de este ciudadano ruso fue radical: simuló su muerte. Dejó una nota de despedida señalando que había seguido el camino de su padre (que se suicidó tres años atrás) y se esfumó. Se fue a su casa de campo con un magnetófono, una manta y una lancha neumática. Tras encontrar la embarcación en un sótano entre basura, sus familiares se dieron cuenta de que Shiriáyev estaba vivo e iniciaron su búsqueda a nivel federal.

El hombre pasó nueve meses de vida ordinaria, utilizando su pasaporte en los nuevos puestos de trabajo que desempeñó y no fue consciente de que lo buscaran. Lo encontraron por casualidad en un puesto de control en la región de Amur, cuando fue detenido probablemente al sospecharse de que había participado en saqueos en unas aldeas que sufrieron inundaciones.

Desde entonces dejó de ser objeto de búsquedas. "Nadie –ni mi mujer, ni los decanos– se esforzó en encontrarme", señaló Shiriáyev. Solo un amigo suyo, extestigo también, trató de avanzar en su búsqueda. "Así me di cuenta de que no tenía amigos", explicó el prófugo.

La expulsión

Shiriáyev constató de manera escrita que ya no quería seguir siendo testigo de Jehová y se presentó a la reunión de la secta donde la noticia fue anunciada oficialmente con un traje de boda para celebrarlo. Paralelamente, su matrimonio fracasaba.


"Una vez al año visito a los testigos y acudo a la Conmemoración de la muerte de Jesús con una cazadora con la inscripción 'apóstata abyecto'".
Iván Shiriáyev


Una vez al año acude a la celebración anual de los testigos, la Conmemoración de la muerte de Jesús o Cena del Señor, con una cazadora que lleva la inscripción 'apóstata abyecto'. "Los que me conocen se apartan de mí de un salto: ¿cómo puede salvarse un renegado? Pero para mí es una actuación anual", explica Shiriáyev. Entre las ventajas de su membresía en los testigos de Jehová señala las destrezas adquiridas en en el terreno de la comunicación y los discursos públicos y que ha aprendido a vivir con modestia.

El viaje

El 27 de octubre de 2012 Shiriáyev abandonó su casa y empezó a viajar haciendo autostop.

Tras su viaje por Rusia, Ucrania y Bielorrusia ha visitado numerosas ciudades. De las 1.122 localidades rusas que planea visitar ya ha estado en 360 de ellas. Se ha hecho agnóstico, viaja con una mochila que pesa 20 kilos y no cuenta con patrocinadores influyentes: utiliza sus propios medios para cubrir los gastos. Trabaja de obrero, de vez en cuando recibe alimentos, ropa y otras donaciones de desconocidos y pasa las noches básicamente en sitios donde no tiene que pagar la estancia: en casas de otros viajeros, monasterios o paradas de transporte. Su viaje de cinco años todavía no ha terminado y no tiene claro qué le deparará el futuro.

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