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"Tengo ganas de dispararte": Un periodista de Bloomberg cuenta su cautiverio en Ucrania

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En el este de Ucrania un mensaje de texto puede convertirse en una pesadilla para un periodista. Al menos ese fue el caso de un reportero ruso de la agencia de noticias Bloomberg de EE.UU. que narra su cautiverio en manos del Ejército ucraniano.
"Tengo ganas de dispararte": Un periodista de Bloomberg cuenta su cautiverio en Ucrania
Todo empezó el pasado 25 de julio, cuando el periodista Stepan Kravchenko, que trabaja en la oficina de Bloomberg en Moscú, regresaba a Rusia tras hacer un reportaje sobre la crisis ucraniana. Durante una inspección en un puesto de control los agentes de seguridad, al ver que era ruso, comenzaron a revisar sus cosas y encontraron en su iPad una rueda de prensa de los autodefensas. 
 
Esa 'prueba del delito', unida al mensaje de texto que había enviado a su padre: "En la noche hablé con Borodái", en referencia a la entrevista que le había concedido el primer ministro de la República Popular de Donetsk, lo convirtieron en blanco de las sospechas por supuesto apoyo a las milicias ucranianas.
 
"Así que eres un pequeño amigo de Borodái", dijo uno de los soldados cuando leyó el mensaje sobre el premier de Donetsk, mientras otro lo apuntaba con un rifle Kaláshnikov en el estómago. Con esa información en la mano —cuenta con ironía el corresponsal— los soldados ya tenían pruebas para culparlo, aunque no las hubiera.
 
"Tenemos un guerrero ruso que se presenta como periodista", vociferaba uno de ellos, mientras Kravchenko, que ya comprendía que el destino le estaba jugando una mala pasada, buscaba la forma de indicarle a su conductor a quién debía llamar a Moscú. Sin más dilación le vendaron los ojos, lo subieron en un coche y lo llevaron durante unos 40 minutos a lo largo de un camino rural. "Es mejor mantenerte callado y pensar en no mojarte los pantalones", le recomendaron.

"Tengo ganas de dispararte"

Como Kravchenko supo más tarde, él fue secuestrado por tres oficiales de inteligencia de un batallón financiado por el multimillonario y gobernador de Dnipropetrovsk, Igor Kolomoiski. "Entonces, ¿qué dicen los rebeldes?", fue la primera pregunta que le lanzaron tras sacarlo del coche, a lo que él contestó que no entendía a qué se referían, momento a partir del cual empezó a recibir insultos del tipo: "todos ustedes los rusos son unos cerdos" o "tengo ganas de dispararte", que iban acompañados de golpes en la cabeza.
 
El corresponsal de Bloomberg cuenta que luego empezaron a hacerle preguntas muy generales sobre por qué mueren los niños en las guerras, por qué gente inocente del vuelo de Malasia tenía que morir o si realmente ellos parecían fascistas.

El lanzacohetes de las milicias era una cosechadora 

Después del interrogatorio, los soldados se comprometieron a mostrarle la forma en que lucha el Ejército de Ucrania y la presunta instalación del lanzacohetes múltiples tipo Grad que, supuestamente, incautaron a las autodefensas. Sin embargo, cuando llegaron al lugar resultó que no se trataba de ninguna instalación de lanzacohetes Grad, sino una máquina para la recolección de la cosecha de cereales. 
 
Según él, el conductor del vehículo que los transportaba le confesó que los soldados siempre "están borrachos", por lo que probablemente primero le "golpearían hasta morir" y luego "pensarían".

"La sala de la verdad" 

"¿Bloomberg News? ¿Estás seguro? ¿Tal vez eres de LifeNews", le preguntaron posteriormente los militares. "Tenemos una 'sala especial de la verdad' para bastardos como tú", le dijo uno de los soldados al mismo tiempo que otro lo golpeaba en la pierna. Mientras tanto, el conductor de Kravchenko logró llamar al padre del periodista, que, a su vez, informó del rapto a la oficina de Bloomberg en Moscú, cuyos empleados empezaron a llamar al Ministerio de Defensa de Rusia y a otras organizaciones de Ucrania para pedir ayuda.  
 
Como resultado de ello, al lugar donde se encontraba Kravchenko llegó un hombre a quien todos llamaban 'El Coronel'. "Yo soy de origen étnico ruso", dijo 'El Coronel' sin siquiera saludar. "Parece que usted está diciendo la verdad, pero por ahora no lo no vamos a dejar ir. Tengo que hacerle una pregunta: ¿cómo usted llamaría a todo lo que está ocurriendo aquí", preguntó el hombre de alto rango. "Yo lo definí con una palabra indecente y él estuvo de acuerdo", señala con sorna el periodista que luego fue puesto en libertad. 

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