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Rusia celebra la Festividad del Señor de la Manzana

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Rusia celebra hoy una de sus fiestas favoritas: la Festividad del Señor de la Manzana (Yáblochni Spas en ruso) o la Festividad de la Transfiguración de Jesús, en la tradición eclesiástica. El día recibió su nombre popular del Señor de la Manzana debido a que ese fruto es el protagonista de los of
Rusia celebra la Festividad del Señor de la Manzana

Rusia celebra hoy una de sus fiestas favoritas: la Festividad del Señor de la Manzana (Yáblochni Spas en ruso) o la Festividad de la Transfiguración de Jesús, en la tradición eclesiástica. El día recibió su nombre popular del Señor de la Manzana debido a que ese fruto es el protagonista de los oficios religiosos.

La tradición de bendecir a las frutas como parte de ceremonias eclesiásticas comenzó en el siglo VIII. Para mediados de agosto, en el Oriente cristiano ya maduraban las frutas y cereales, uvas y espigas, los cuales siempre han tenido un simbolismo en los oficios. En Rusia, la uva fue sustituida por la manzana, ya que esta última existe por todo el país y es la fruta más popular, mientras que las uvas crecían sólo en el sur.

El día del Señor de la Manzana en el interior de las iglesias y catedrales rusas ortodoxas se adornan los altares con frutas de todos los colores: rojos, verdes, amarillos y blancos. Y después de las misas, los sacerdotes bendicen las frutas. Si en la época antigua a la ceremonia llevaban carros enteros llenos de manzanas, hoy en día los rusos se ven obligados a conformarse con traer consigo unos cestos singulares.

Se cree que la dulzura de las frutas de la nueva cosecha simboliza la ´renovación´ y la bienaventuranza que espera a los impecables en el Reino de los Cielos y recuerda aquella melosa espiritualidad que sintieron los apóstoles Pedro, Santiago y Juan en el monte de Tabor.

En la Rusia antigua, antes de ese día no se permitía comer manzanas, igual que ninguna de las verduras de la huerta, aparte de los pepinos. Además, la fecha simbolizaba la llegada del otoño, ya que desde aquel día las noches se hacen más frías y se cree que ya no se puede bañar ni en los ríos, ni en los lagos. Este día los campesinos solían salir al campo y despedirse del último sol de verano, agradeciéndole por lo todo lo que les ha traído y acompañaban el anochecer con canciones.

Existían también ciertos agüeros relacionados con la fiesta: se creía que si el día del Señor de la Manzana es árido, el otoño también va a ser árido; si es despejado, el invierno será muy severo, y si es lluvioso, el otoño resultara con chubascos. En esta fecha también recogían la cosecha de la cebolla y si el bulbo tenía una peladura fina, el invierno no sería duro; si es gordo será bastante frío, pero el próximo verano resultará cálido.

Hoy en día estas supersticiones son una cuestión más bien del pasado, pero todo tipo de ritos sobre el protagonista del festejo, la manzana, sigue siendo la mayor atracción para todos los que gozan de las celebraciones.

Desde la época antigua sobrevivió la tradición de repartir las manzanas benditas entre los miserables y enfermos, ya que podrán transformarlos y darles buenaventura. Se cree que si uno piensa en su deseo más íntimo y come luego una fruta bendita, este se realizará.

Durante el festejo, la manzana es el plato principal de todo el día: el mejor ofrecimiento al huésped, el mejor relleno para las tartas y pasteles, se añade al té y a las ensaladas. Y da la óptima posibilidad de hacer la mejor ´confitura´(mermelada) de manzanas que conservará su sabor único durante todo el año.

En la iglesia ortodoxa la fecha de las celebraciones de la Festividad del Señor de la Manzana es siempre fija, el 19 de agosto.

Según el Evangelio, “Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a Juan, hermano de Santiago, y los llevó aparte a un monte alto y se transfiguró delante de ellos y resplandeció su rostro como el sol y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí que se aparecieron Moisés y Elías hablando con él”.

Tradicionalmente se cree que el lugar de la Transfiguración fue el monte Tabor en Galilea, al norte de Israel. Aquí en el siglo IV, Santa Elena, la madre del emperador rumanoConstantino I el Grande, fundador de la ciudad de Bizancio o Constantinopla, ordenó construir la catedral de la Transfiguración e introdujo la tradición como tal de celebrar la fiesta.

Del texto del Evangelio está claro que El Salvador se transfiguró 40 días antes de la Pascua, es decir, en febrero. Sin embargo, las autoridades eclesiásticas optaron por desplazar las celebraciones al verano para que no coincidieran con el período de la Cuaresma. La fecha del 6 de agosto (el 19 de agosto, según el calendario contemporáneo) fue elegida porque correspondía a los 40 días antes de la Fiesta de la Cruz, que se celebra el 14 de septiembre y revoca los sufrimientos del Señor en la Cruz.

Aunque la tradición de conmemorar la fiesta se remonta a Elena de Constantinopla, al principio las celebraciones no eran de gran escala y tenían lugar solamente en algunas localidades de Palestina. Pero en unos cien años, en el siglo V, ´conquistaron´ ya todo el Oriente cristiano. En el siglo XV la Festividad de la Transfiguración se transformó en una de las fiestas ortodoxas más respetadas.

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