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Un desgarrador proyecto fotográfico capta el último aliento de héroes de carne y hueso

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Un desgarrador proyecto fotográfico capta el último aliento de héroes de carne y hueso
La muerte es lo más inevitable de la vida. Sin embargo, es difícil aceptarla. Como espectadores, siempre sentimos compasión y pena al enterarnos de que alguien está a punto de morir. Pero ¿cómo lo afrontan los propios afectados? El fotógrafo Andrew George ha realizado un sobrecogedor proyecto titulado 'Right before I die' ('justo antes de que muera'), donde retrata a personas corrientes mirando a la muerte cara a cara.
 
El proyecto atrajo mi atención porque creo que incluso para un fotógrafo es un trabajo difícil y requiere mucha fuerza moral. ¿Cómo se le ocurrió la idea de crear un proyecto similar? ¿Qué quería decir a sus espectadores? ¿Qué lección le ha dado su obra?

No hay otra cosa en este mundo como la felicidad


Según me contó el mismo Andrew, se le ocurrió la idea de hacer este proyecto —que ha resultado "el proyecto más difícil" en el que ha trabajado—, tras la muerte de la madre de un amigo suyo. En su despedida le sorprendió cuánto amor genuino se sentía por ella y entonces empezó a preguntarse "qué tenía esa mujer para poder provocar todo eso".
 
"Tenía esa magia en la forma clara y sabia con la que hablaba y nunca se tomaba a sí misma demasiado en serio. Se reía más que cualquier persona de las que conozco, reaccionaba con sinceridad e interés ante sus amigos", relata el fotógrafo. Para él esta mujer era una de las mejores personas que ha conocido y se puso a pensar en cómo se vuelve la gente sabia y excepcional de esta manera. Sus reflexiones lo llevaron a pensar que esto se debe a la superación del miedo a la muerte.

 

Entonces, a fin de encontrar a personas parecidas a la madre de su amigo, decidió visitar hospitales donde hubiera pacientes en cuidados paliativos. La doctora Marwa Kilani del centro médico Providence Holy Cross, en North Valley, Los Ángeles, aceptó colaborar con el proyecto. Kilani ve varias docenas de pacientes a la semana y cada vez que encontraba a alguien "excepcional, que había aceptado su condición", y que estaba dispuesto a hablar de ello, le presentaba el proyecto y, si aceptaban, el fotógrafo dejaba todo e iba a verse con ellos.

"Fue un periodo de mi vida increíblemente conmovedor, pero difícil. Me maravillaba con todo lo que veía una y otra vez, la extraña capacidad de estas personas para apagar el ruido de todo lo banal y centrarse, con una iluminada claridad, en lo que realmente importaba en su vida", explica Andrew.

 

Apenas había fotografiado a las primeras personas, se dio cuenta de lo mucho que podía aprender de lo que estaba escuchando, "una sabiduría que ojalá hubiera tenido hace años". "El proyecto cobró vida propia y me consumía, comencé a grabar horas de entrevistas que después seleccionaba y colocaba junto a cada retrato", cuenta. Para personalizar a los héroes de su proyecto le daba a cada uno un trozo de papel y les pedía que describieran cómo se sentían. "Quería personalizarlos a todos mostrando su letra, y, por otra parte, tratar de capturar sus almas en grabación y en palabras", explica. 

 

Andrew dice que estaba "embrujado" con lo que oía en sus historias y creencias, su "auténtica sabiduría". "Había una profunda riqueza, conmoción y sencillez que muestra claramente cómo deberíamos aprender a hacer eso que todos buscamos, llevar una vida más plena y amorosa", comparte sus pensamientos el fotógrafo. No obstante, critica que la sociedad considera a estos héroes de carne y hueso poco importantes por "llevar una vida que no llama la atención de los medios ni será mencionada en los libros de historia".

Así, uno de los pacientes, René, le enseñó al fotógrafo que "no hay otra cosa en este mundo como la felicidad". "La felicidad son nuestras contribuciones, todo lo que tenemos es lo que somos y lo que hemos dado en un momento determinado", agregó. También confesó que una de las cosas de las que se arrepiente es que tiene una hija en El Salvador y nunca le ha dado la oportunidad de formar parte de su vida.  



Acostada en una cama del hospital, otra participante del proyecto, Sara, expresó que cree que la vida es "bastante bonita". A la pregunta: "¿Cuándo se ha sentido más feliz?" respondió que "todo el tiempo". "Siempre he intentado encontrar una manera de vivir y seguir adelante", enfatizó. 

 


"No tengo miedo a morir, he vivido muchos años felices", relata, por su parte, Josefina. Ella nunca ha tenido miedo a morir, ni ha perdido tiempo en pensar sobre la vida o la muerte, simplemente se ha dedicado a vivir.

 

Detrás de cada una de estas historias está toda una gama de emociones, experiencias y recuerdos imborrables, pero todas ellas nos cuentan "una muy amplia historia humana, que transmite algo universal, variado y verdadero".   

 

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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