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Insectos robots: los nuevos 'juguetes' espías estadounidenses

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Los servicios especiales estadounidenses hace mucho que anhelan utilizar dispositivos del tamaño de insectos para acceder a lugares que sus agentes no pueden. La ventaja principal de tales artefactos es que reaccionan rápidamente a los movimientos y evitan eficazmente los obstáculos.
Insectos robots: los nuevos 'juguetes' espías estadounidenses

Los servicios especiales estadounidenses hace mucho que anhelan utilizar dispositivos del tamaño de insectos para acceder a lugares que sus agentes no pueden. La ventaja principal de tales artefactos es que reaccionan rápidamente a los movimientos y evitan eficazmente los obstáculos.

Una de los recientes avances en este ámbito son los microrobots llamados Kilobots, que han sido creados en la Universidad de Harvard, EE. UU. Estos diminutos dispositivos están inspirados en el comportamiento de los insectos 'sociales', como las hormigas o las abejas.

Como los seres vivos, los Kilobots se unen para buscar o compartir algo en conjunto, como por ejemplo, comida, información para huir, reunirse o cualquier otra que los lleve a moverse en una trayectoria programada.

Cada Kilobot tiene tan solo 33 milímetros de diámetro y está sostenido por tres patas, alcanzando 33 milímetros de altura. El dispositivo puede girar y moverse gracias a dos vibromotores. La hormiga electrónica se alimenta con una batería que le permite funcionar activamente durante tres horas. Además, en el 'vientre' de cada robot se encuentra un transmisor infrarrojo para el intercambio de señales.

Sin embargo, los robots diminutos todavía no han utilizado ampliamente debido a las escasas fuentes de energía que los mantengan, ya que son pequeños pero consumen mucha energía. Científicos de la Universidad de Michigan desarrollaron un método para suministrarles energía a los chips electrónicos de estos insectos cibernéticos.

Su dispositivo recolecta energía del movimiento de las alas del bicho, lo que basta para alimentar sus pequeños sensores, cámaras o micrófonos. El dispositivo se ubica en una pequeña “mochila” en su espalda, que en realidad es un generador piezoeléctrico.

En los experimentos con este equipo, un insecto generó un total de 115 microvatios de energía, de la que dos generadores piezoeléctricos obtuvieron 7,5 y 11,5 microvatios. La versión más reciente del generador puede obtener hasta 22,5 microvatios de energía. Si en el futuro se logra establecer un vínculo directo con los músculos del insecto, se podría aumentar unas 10 veces la productividad del dispositivo.

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