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Opinión

El extraño caso de la 'desaparición social' de Miguel Bosé

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El extraño caso de la 'desaparición social' de Miguel Bosé

''Esta cuenta no existe'', advierte Twitter en su perfil; "Este contenido no está disponible en este momento", se puede leer en Facebook; o ''Esta página no está disponible'', en Instagram. Y es que Miguel Bosé ha desaparecido del inframundo de las redes sociales tras sufrir en sus carnes el infierno de la polémica tuitera, instagramera y facebooksiana. Aunque todavía desconocemos si ha sido un homicidio –si sus cuentas han sido eliminadas– o un suicidio –si Miguel ha eliminado sus cuentas–. No tenemos ni el cuerpo del delito. Pero lo que sí podemos asegurar es que la desaparición social de Miguel Bosé, sea cual sea la causa, no ha pasado desapercibida, pues se ha convertido en Trending Topic

El artista, cuya madre –no lo olvidemos– falleció por covid-19 a los 89 años de edad, había llevado una vida tan discreta que ni tan siquiera se sabía quién era su pareja. Su privacidad saltó por los aires cuando hace unos meses se separaba de esta y comenzaban a airearse situaciones de su vida personal que jamás deberían haberse convertido en información de consumo. Inmediatamente después, a medida que avanzaba la pandemia, fue seducido por las atractivas teorías conspirativas del negacionismo, llegando a negar la existencia del virus –"es la gran mentira de los gobiernos"– u oponiéndose a la vacuna –"yo digo no a la vacuna, digo no al 5G, no a la alianza España/Bill Gates" porque "una vez activen la red 5G, clave en esta operación de dominio global, seremos borregos a su merced y necesidades"–, hasta el punto de apoyar la manifestación contra las mascarillas celebrada en Madrid el pasado 16 de agosto. Era el principio del fin de su desaparición social tras arder en las llamas de la polémica de las redes sociales. 

Unas llamas que alcanzaron también a la Inquisición, pues tuvo problemas con los verificadores de datos de las redes sociales, los cuales alertaron de información "parcialmente falsa" en sus cuentas. E incluso su cuenta en Twitter fue cerrada durante una semana. "Me han castigado. He sido un niño malo. Entonces, por una semana no tengo una de las tres redes", alegaba en tono irónico para después explicar que no niega la existencia del virus ni que este haya causado la muerte de muchas personas, pero se opone al uso de mascarilla o a la vacunación y mantiene, o mantenía en estos días, que "el virus había perdido fuerza". 

El colapso de la ciencia divina 

La primera cuestión reseñable en El extraño caso de la 'desaparición social' de Miguel Bosé sería la defunción de esa divinidad llamada ciencia. Porque uno de los pilares en los que se sustentan las creencias de Miguel Bosé y muchas personas –y las malas intenciones de no pocos– lo encontramos en el comportamiento y la situación de la ciencia durante la pandemia. 

Por un lado, el comportamiento de la ciencia ha sido errático y contradictorio durante la pandemia –y en los momentos inmediatamente anteriores–. No ha sabido predecir el impacto de la misma, ni mucho menos ha tenido capacidad para impedir su expansión y no han sido pocas las veces que se ha enmendado o que hemos encontrado a especialistas de talla mundial contradiciendo la versión oficial.

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España
La mayoría no comprenden que la ciencia no es una divinidad, sino un sector que resulta imprescindible estimular académicamente e incentivar económicamente. Si la ciencia ha muerto durante la pandemia, ha sido de inanición

Ahora se antoja fundamental el uso de mascarilla, a la que se opone Miguel Bosé, pero lo cierto es que no siempre fue así en España. Incluso a día de hoy hay países en los que el uso de mascarilla no es obligatorio como en España. Y si no es obligatorio en todos los países, ¿por qué? 

Pero la incertidumbre alcanza niveles todavía más alarmantes. En los últimos días, la Organización Mundial de la Salud ha tenido que rectificar ante la multitud de científicos que aseguraban que la expansión del virus a través de aerosoles era mayor de la inicialmente atribuida. También resultó sonado el cambio de criterio en cuanto a la transmisión de humanos a animales y de animales a humanos tras el contagio en una granja de visones en Holanda. Y en cuanto a la vacuna, otro de los caballos de batalla de Miguel Bosé, lo cierto es que las voces no son unánimes y no son pocos los científicos que dudan tanto de la efectividad de la vacuna –recordemos que existen multitud de virus y coronavirus para los que no se ha conseguido vacuna–. Por si fuera poco, en los últimos días otra nueva polémica ha asaltado el discurso oficial: los 'reinfectados'. Y la lista es extensa: origen y comienzo del virus –no se sabe ni desde cuando el virus estaría circulando–, inmunidad de los contagiados, diferencias en la transmisión e impacto del virus en función de la variable geográfica y temporal… 

En segundo lugar, la mala situación en la que se encuentra la ciencia se debe a dos cuestiones claves: los bajos niveles educativos existentes y las, cada vez, más exiguas inversiones en investigación. La mayoría no comprenden que la ciencia no es una divinidad, sino un sector que resulta imprescindible estimular académicamente e incentivar económicamente.  Si la ciencia ha muerto durante la pandemia, ha sido de inanición. 

Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España
Luis Gonzalo Segura, exteniente del Ejército de Tierra de España
No cabe duda que la verificación de noticias puede aportar un gran valor a las redes sociales, pero no es menos cierto que su cercanía a la censura hacen muy recomendable extremar y restringir su uso a casos muy flagrantes

En definitiva, las incertidumbres científicas están permitiendo la expansión de gran cantidad de teorías hasta el punto de no poder hoy asegurar que todo el discurso conspirativo de Miguel Bosé sea falso, aunque probablemente lo sea. Pero 'probablemente' no suena muy científico. 

La cuestión de la libertad de expresión, la censura y las agencias de verificación 

Y esto nos lleva a una segunda cuestión: ¿cuáles son los límites de las agencias de verificación en las redes sociales? Es obvio que el virus existe y negarlo puede ser potencialmente peligroso. No menos evidente resulta que las recomendaciones de Jair Bolsonaro o Donald Trump para el uso de hidroxicloroquina –ya no digo desinfectantes– tuvo consecuencias desastrosas y mortales en algunos casos, pero ¿y si las vacunas no son todo lo efectivas que se piensa o, sencillamente, no tienen utilidad final? ¿Y si tienen efectos secundarios a largo plazo que a día de hoy se desconocen? ¿Hasta qué punto es efectivo llevar mascarillas en espacios públicos que se encuentran al aire libre?

No cabe duda que la verificación de noticias puede aportar un gran valor a las redes sociales, pero no es menos cierto que su cercanía a la censura hacen muy recomendable extremar y restringir su uso a casos muy flagrantes. Gran parte de lo que dice Miguel Bosé es flagrantemente falso, pero hay una parte que, a día de hoy, solo parece serlo. ¿Es suficiente que algo parezca falso para censurarlo o debemos estar en condiciones de asegurar su falsedad?

Miguel Bosé se ha ido, o le han expulsado, pero el extraño caso de su desaparición social deja interrogantes sin respuesta.

Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de RT.

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