En marzo de 1917, el poder pasa al Gobierno provisional, pero la situación política en el país está lejos de la tranquilidad. Algunos se van de la capital por miedo a nuevas revueltas, mientras que otros llegan, atraídos por las nuevas oportunidades que ven abrirse allí.
La guerra sigue matando y mutilando a miles de soldados rusos. En el país no cesa la crisis alimentaria. Si bien a los ricos les quedan recursos para sobrevivir, los pobres tienen que pelear a diario por salir adelante. En su lucha por la supervivencia, todos se ven obligados a adaptarse a las nuevas condiciones.