Durante la Revolución de febrero, los delincuentes que habían logrado escaparse de sus prisiones atacaron las cárceles. La confusión y agitación provocada por la Revolución les permitió liberar a otros 'hermanos criminales' y destruir numerosos documentos relativos a antecedentes penales. Así, las nuevas autoridades no podrían usar esos registros para detener a nadie.