Lev Yashin, desde el gol olímpico de Colombia hasta el mejor arquero del mundo

"¿Cuál es mi secreto? Antes del partido fumaba un cigarrillo para calmar los nervios y me tomaba un buen vodka para tonificar los músculos", decía el guardameta.

3 de junio de 1962. Chile. Estadio Carlos Dittborn de Arica. La selección de Colombia juega el segundo partido de grupo en su primer Mundial. Aunque cayó ante Uruguay por 2 a 1, todavía tiene esperanza de poder pasar a los cuartos de final y está lista a luchar a uñas y dientes contra el combinado de la Unión Soviética. Tras 56 minutos, el ganador de la contienda parece ser claro, los rojos, que dos años antes se alzaron como campeones de Europa, aventajan al equipo suramericano por 4 a 1 y encima tienen a uno de los mejores arquero que han pisado las canchas de este planeta. 

No obstante, en el minuto 68 el colombiano Marco Coll hace lo impensable: saca un córner y envía el balón directamente a la meta, marcando lo que fue el único gol olímpico en la historia de los Mundiales masculinos. Este tanto sirvió como impulso anímico para el conjunto colombiano y paralizó a los soviéticos, cuyo portero encajó dos goles más en ocho minutos. 

El guardameta que cayó ante 'Los cafeteros' era Lev Ivánovich Yashin, uno de los rusos a los que no hay que presentar, porque lo conoce todo el mundo que al menos una vez pateó el esférico en el barrio. 

Los que buscan encontrar aquí solo una compilación de los títulos ganados a lo largo de su carrera por la 'Araña Negra' o la 'Pantera Negra', apodos que recibió el soviético por sus saltos inhumanos y por su distintivo atuendo casi siempre completamente negro, quizá, se queden decepcionados.

Sí, Lev Yashin ganó con el equipo de su vida, Dinamo Moskva, cinco campeonatos de la URSS, obtuvo cinco veces la plata y una vez el bronce, al tiempo que triunfó tres veces en la Copa del país. 

A nivel internacional, Yashin se consagró con el título de campeón olímpico junto con su selección en 1956. En 1960, el combinado soviético llegó a la cúspide del fútbol europeo y cuatro años más tarde logró ubicarse en el segundo puesto. Asimismo, Yashin participó en tres Mundiales, incluido aquel certamen fallido en Chile, así como el de Suecia en 1958, donde se enfrentó a Pelé, y el de Inglaterra en 1966, cuando la URSS alcanzó su mejor resultado tras quedar en el cuarto puesto. 

Aunque todos estos títulos son importantes, no obstante, solamente acompañan al premio más importante a nivel personal: el Balón de Oro de 1963. Hasta hoy, ningún otro portero, independientemente del número de paradas y su capacidad de ser un jugador de campo más, ha tenido el privilegio de ser distinguido con esa condecoración. 

Pero aquí decidimos fijarnos no en los logros acuñados y guardados en los a menudo polvorientos estantes de la historia, sino en las trayectorias personales que con el paso del tiempo quedan a la sombra de la fama, porque, a fin de cuentas, la sociedad te juzga por tus méritos. E importa poco qué es lo que tuviste que afrontar a lo largo del camino. Con este texto sobre la 'Pantera Negra' soviética intentaremos revertir esta tendencia. 

Infancia obrera

Lev Ivánovich Yashin nació el 22 de octubre de 1929 en una familia de obreros en Moscú. Tras el estallido de la Gran Guerra Patria, la familia tuvo que mudarse a la provincia de Uliánovsk, porque allí fue evacuada la planta de defensa en la que trabajaba el padre del futuro arquero. 

Yashin empezó a trabajar como ayudante de cerrajero, repitiendo así el camino de miles de niños soviéticos que sustituyeron a los adultos en las fábricas que se habían ido al frente. Sí, esto inevitablemente afectaba la calidad de la producción, lo que se traducía en que los aviones se caían más a menudo y los tanques tenían más fallos a la hora de disparar, pero no había otra alternativa.

La familia de Lev volvió a Moscú en otoño de 1943, donde nuestro protagonista, junto con sus padres, siguió trabajando en una fábrica ubicada en el distrito de Túshino e incluso fue premiado con la medalla al 'Trabajo Heróico en la Gran Guerra Patria'. 

"La educación comienza con el colectivo de trabajo. Es imposible ser mal educado allí; la vida misma te obliga a ser correcto, honesto y amable. Probablemente, este sistema y estas condiciones educaron en mí las cualidades de dedicación, respeto por el trabajo, amabilidad. Y, digámoslo sin rodeos, entonces había más amabilidad", recordaba Yashin su trabajo en la planta en una entrevista en 1989, grabada a pocos meses de su partida.

Primeros pasos 

Mientras, el fútbol y otros deportes, principalmente el hockey, volvían poco a poco a la vida de Yashin, quien defendía la portería luciendo la camiseta del equipo de su fábrica y evidenciando así la típica frase a la que recurre cada cacique de la FIFA de que las estrellas nacen en los barrios, a menudo en los barrios más precarios. El propio Yashin, que frecuentemente jugaba como delantero, relataba que lo pusieron bajo el arco porque así lo decidió casi de forma aleatoria uno de sus primeros entrenadores, un veterano de guerra. 

"A los chicos trabajadores nos pusieron en fila en el estadio y a cada uno nos asignaron un papel. El entrenador se acercó y dijo: tú serás el lateral derecho, tú el izquierdo. Y tú, Liova, serás el portero. ¿Cómo que portero? ¿Por qué voy a ser portero? ¿Qué he hecho mal? Habitualmente, en el arco ponen a un chico sin habilidades. Pero resulta que solo era un poco más alto que los demás. No dije nada, porque si no estaba de acuerdo, me echarían e invitiarían a otro", relataba la leyenda del fútbol.  

Los aficionados saben que la palabra lealtad se ha desgastado en los últimos tiempos debido a la intromisión cada vez más decisiva del capital en este y otros deportes. Aquí no vamos a echar la culpa ni a jugadores ni al resto de los que trabajan cada día para enganchar a millones frente a las pantallas para ver un partido, pero sí creemos que es importante mencionar que Lev Ivánovich pasó toda su carrera en un solo club, el Dinamo de Moscú, desde su primer partido oficial hasta el de su despedida en mayo de 1971. 

Curiosamente o no, el camino de Yashin a la portería de Dinamo y a la selección soviética empezó …, correcto, en el Ejército. A los 18 años, fue reclutado por las Fuerzas Armadas del país y sirvió como soldado, pensando que ni siquiera había podido decir adiós a la pasión de su vida. Sin embargo, era un suertudo, porque el entrenador del Dinamo de entonces divisó a Yashin entre la multitud  y se lo llevó al conjunto moscovita. 

Arranque desafortunado

Su etapa inicial en el club estuvo lejos de ser ideal. Así, en un partido amistoso en la primavera de 1949, Yashin encajó posiblemente el gol más ridículo de su carrera. El guardameta rival puso el balón en juego, pero el joven arquero del Dinamo chocó con un compañero de su defensa, permitiendo que la pelota se metiera de portería a portería.  

Yashin tampoco terminó sin fallos su debut en la escuadra principal del Dinamo, que tuvo lugar el 2 de julio de 1950. Aquella jornada, el conjunto de Yashin, que estaba en el banquillo, medía sus fuerzas en un clásico moscovita contra el Spartak. Los del Dinamo ganaban uno a cero, pero en el minuto 73 el legendario portero Alekséi Jomich, quien atrajo las miradas ya durante la gira del Dinamo por Inglaterra en otoño de 1945, se lesionó. 

Yashin, que era el tercer arquero del club y fue incluido en la lista para el partido tras lesionarse también el segundo portero, estaba ensimismado con sus piernas tambaleando y solo el grito de uno de sus compañeros le hizo volver a la realidad. 

"¿Por qué estás sentado ahí? ¡Ve a la portería! Me levanté a duras penas del banquillo, repitiéndome, como un conjuro, una frase: 'Simplemente no jugar .... Ojalá no hubiera jugado, ojalá no hubiera jugado...'. Lo repetí, y mis piernas, convertidas en algodón, llevaron a mi cuerpo inerte hasta la portería", recordaba Lev Ivánovich aquel episodio.

El guardameta del Dinamo intentó atajar una pelota y echó a correr para adelantarse a uno de los atacantes del Spartak, pero acabó chocando contra uno de los suyos, permitiendo que el rival igualara el marcador.

"Llegamos al vestuario, todos frustrados. Vinieron al vestuario generales y directivos del club: '¿Quién ha metido a este chico en el equipo? ¡Que lo expulsen y que no vuelva a poner sus pies aquí!'. Me acurruqué en un rincón, sin sentarme y sin respirar: me vestí, salí corriendo para que nadie me viera", contaba Yashin. 

Odisea hacia el estrellato

Tras este drama, Yashin no volvería a saltar a la cancha con el equipo principal del Dinamo hasta mayo de 1953. En aquel entonces, se hallaba ante una encrucijada, porque a la par que el fútbol, seguía entusiasmado por el hockey. En 1953, incluso ganó la medalla de bronce del campeonato soviético de hockey y ayudó al Dinamo a levantar la Copa del país. En vísperas del campeonato mundial de hockey de 1954, incluso fue candidato a la selección soviética, pero decidió entregarse de lleno al fútbol en un intento de demostrar a todos, y primero a sí mismo, que sí podría contagiar con confianza al resto de sus compañeros del equipo. 

Si bien los años posteriores consagraron a Yashin como el mejor portero del mundo, no tiene sentido desgranar cada uno de sus partidos. Es más, creemos que la historia de un personaje de este calibre se conoce mejor a través de relatos particulares que reflejan principalmente no las victorias, sino los episodios más emotivos de una trayectoria, incluidos los tristes, porque son ellos los que primero forjan la fama y luego no la dejan oxidarse abruptamente. 

Por eso pasaremos por alto buena parte de las hazañas de Yashin en la portería y nos centraremos en lo más triste. Así pues, la siguiente parada es el Mundial de 62 en Chile, al que el equipo de la URSS llegaba en calidad de campeón de Europa. Aunque el conjunto rojo no fracasó por completo en aquel torneo, tras ser eliminado en los cuartos de final por los anfitriones, para Yashin, como ya les decíamos en el arranque del episodio, fue una catástrofe personal. 

Y sí, en principio parecía que aquel gol olímpico del colombiano Marco Coll marcó el inicio del fin para Yashin. "Hubo un enorme rugido porque marqué un gol contra el hombre que era el mejor portero del mundo en aquel momento. Fue un gran incentivo para mi país. Realmente fue una locura", evocó Coll el episodio en una entrevista para la FIFA en 2014. 

Para Colombia, aquel empate incluso cambió el significado de la abreviatura cirílica de la URSS, en ruso 'СССР', que pasó a interpretarse como 'Con Colombia casi perdemos', porque a lo largo de muchos años fue su sostén y esperanza para lograr algún triunfo a nivel internacional. 

Pesca contra la depresión

En la batalla de los cuartos de final, Yashin tampoco pudo saltar como una pantera, encajando dos goles que, si hubiera estado en su mejor forma, habría logrado atajar. Como no había transmisiones en vivo, encima desde un país tan lejano como Chile, los periodistas en el terreno eran los altavoces para el público. Así, un reporte periodístico convirtió a Yashin en el chivo expiatorio de la derrota ante los chilenos. 

Esta etapa fue la más dura en toda su carrera, cuando realmente estuvo muy cerca de colgar los guantes. Algunos hinchas enfurecidos rompieron los cristales de su vivienda, le gritaban insultos desde las gradas y pintaban injurias en su puerta. Aquella ola de repudio se asemejaba a lo que tuvo que enfrenta el británico David Beckham tras su expulsión en el Mundial de 98 contra Argentina por una patada en la pierna de Diego Simeone, quien simuló sufrir un ataque. 

La angustia y la depresión de Yashin se prolongaron durante varios meses, en los cuales el portero se dedicó a la pesca para calmar los nervios y reflexionar sobre lo ocurrido. Tras varios meses sin tocar la pelota, Yashin se rindió ante la todopoderosa seducción del balón con la ayuda de sus compañeros y entrenador. 

Finalmente, volvió al arco del Dinamo, pero lo hizo de manera muy paulatina: empezó desde cero como guardameta del equipo de reserva y solo saltaba a la cancha en partidos en provincias, donde el público no era tan irrespetuoso. Con el paso del tiempo, los fallos fueron olvidados y los hinchas volvieron a obsequiar a Yashin con elogios y flores.  

Uno de los momentos clave en la recuperación de Yashin seguramente fue el encuentro entre Inglaterra y una selección de estrellas del resto del mundo disputado el 23 de octubre de 1963 en el estadio Wembley de Londres. La contienda, organizada para conmemorar el centenario de la fundación de la asociación de fútbol inglesa, pasó a la historia como 'el partido del siglo'. Yashin, que esta vez salió al campo con una camiseta amarilla, salvó a su equipo varias veces, estirándose como una pantera y protegiendo su red como una araña. 

Si bien la selección del mundo, que tenía en sus filas al portugués Eusébio, el argentino Alfredo di Stéfano, el escocés Denis Law o el húngaro Ferenc Puskás, entre otros, perdió 1 a 2 ante los ingleses, Yashin no encajó ni un solo gol antes de ser sustituido por Milutin Soskic para la segunda mitad del partido. 

Las brillantes paradas del arquero soviético ante los ojos del mundo occidental también jugaron un papel importante dos meses más tarde, cuando la revista France Football entregó a Yashin su Balón de Oro. Así fue su camino hacia la cúspide: desde la humillación en Chile y los abucheos de hinchas en Moscú hasta el premio futbolístico más prestigioso del mundo.  

El destino le regaló una nueva oportunidad para maravillar al público en una cita mundialista. En 1966, Yashin, cuya carrera ya llegaba al ocaso, participó en lo que hasta el día de hoy es la mejor hazaña de la selección rusa en las Copas del Mundo. 

Tras vencer a Corea del Norte, Italia y Chile en la fase de grupos, los soviéticos arrancaron una difícil victoria contra el entonces gigante del fútbol europeo, Hungría. Sin embargo, la racha victoriosa llegó a su fin en el partido de semifinales contra Alemania, en el que el combinado de Yashin, que primero se quedó sin un jugador por lesión y luego perdió a otro por una controvertida tarjeta roja, cayó por 2 a 1. En el partido por el tercer puesto, la URSS fue derrotada por la Portugal liderada por Eusébio. 

Yashin ya nunca volvería a jugar en los Mundiales. Sí, el arquero formó parte del equipo en México 1970, pero ya desde el banquillo para transmitir su experiencia a los compañeros más jóvenes. El 27 de mayo de 1971, llegó el momento de su despedida con honores. 

Con motivo de la ocasión, Yashin envió invitaciones personales a los que formarían parte de una selección del mundo para jugar contra el Dinamo. En la lista, donde figuraban el alemán Gerd Muller y el inglés Bobbi Charlton, estaba también Pelé, que se enfrentó a Yashin en el Mundial de 58 en Suecia y luego un par de veces en el Maracaná, pero 'O Rei' no pudo acudir, porque se hallaba de gira con el Santos. 

Aquel 27 de mayo de 1971, el estadio de Luzhniki de Moscú, con más de 100.000 de aficionados, rugía con toda su fuerza, pero Yashin ya no era aquel arquero tímido lleno de temblor que erró en su primer partido. Era Lev Ivánovich Yashin, el arquero al que todos los atacantes del mundo querían marcar un gol. 

En el minuto 50, tal y como estaba programado, la 'Araña Negra' abandonó la cancha en medio de una gran ovación, dejando su portería a cero. El partido terminó con un empate a dos y los jugadores del Dinamo llevaron a Yashin en brazos para dar una vuelta de honor. En su discurso de despedida, el legendario arquero fue muy conciso. "Gracias, pueblo", fueron sus palabras. 

El legado

La llegada de Yashin a principios de los 50 revolucionó el concepto de arquero. Hoy en día, cuando tenemos a toda una miríada de porteros que no tienen ningún reparo en moverse por toda el área o incluso salir de sus fronteras y ayudar al equipo a construir los ataques, puede sonar banal.

Pero Yashin fue uno de los pioneros en abandonar los tres palos y ladrar órdenes a sus defensores. Aunque no era el mejor en la reacción, lo compensaba con otras dotes, como la capacidad de prever la situación un paso por delante y encontrar la mejor posición posible bajo el arco para detener los disparos y atajar balones aéreos. 

Tras finalizar su carrera, Yashin siguió en el Dinamo, ocupando cargos administrativos en el club de su vida. En sus últimos años de vida, la leyenda del fútbol mundial, que fumaba como una locomotora y no pensaba dejar de lado su adicción al tabaco, enfermó gravemente. En 1984, a Lev Ivánovich, que ya había sufrido un derrame cerebral, le amputaron una pierna. Los calvarios del exdeportista, que a lo largo de su carrera no experimentó problemas de salud, continuaron con un diagnóstico poco prometedor: cáncer de estómago 

El mejor portero del mundo se desvanecía lenta, pero inexorablemente. En marzo de 1990, le entregaron la medalla del Héroe del Trabajo Socialista y unos días después, Lev Yashin saltó a la eternidad.  

"¿Cuál es mi secreto? Antes del partido fumaba un cigarrillo para calmar los nervios y me tomaba un buen vodka para tonificar los músculos". Esta es la cita con la que la propia FIFA eterniza a Yashin. Sí, es una estampa demasiado grotesca orientada para los que, quizá, conozcan solo lo más estereotípico de este país, pero refleja la sencillez del carácter del portero soviético, un factor clave que, junto con sus actuaciones impecables, cautivó a los aficionados en cualquier rincón del planeta.

Si quieren conocer más historias de este tipo, pueden escucharlas en el podcast 'Huellas Rusas', disponible en la mayoría de las plataformas correspondientes. 

Timur Medzhídov