Entre los siglos XIX y XX, Europa y EE.UU. se propusieron mostrar el éxito de su colonialismo y expansionismo a través de la exhibición de 'trofeos' humanos arrancados de otras tierras, que eran expuestos en zoológicos y catalogados como "salvajes".
Las potencias imperialistas de esa época cubrieron de una pátina "científica racista" la exotización de las personas extraídas de América, África y Asia, que eran exhibidas en jaulas en ferias locales, grandes espectáculos y exposiciones universales.
En el libro 'Zoológicos humanos. La invención de lo salvaje', creado y editado por Pascal Blanchard, Gilles Boëtsch y Nanette Jacomijn Snoep, se afirma que el concepto de 'zoológico humano' se convirtió en un mecanismo internacional que funcionó en ciudades como Hamburgo (1874), Ámsterdam (1883), París (1889), Chicago (1893), Barcelona (1896), Bruselas (1897), Osaka (1903) y Wembley (1925).

"En Europa, las exposiciones coloniales se diseñaron para glorificar los logros y planes de las potencias imperialistas, lideradas por Francia, Italia, Gran Bretaña y Bélgica. El mismo proceso se produjo en Japón y EE.UU. Por lo tanto, durante el siglo XX, los 'salvajes' evolucionaron progresivamente hacia 'nativos', 'artesanos exóticos' y 'artistas exóticos' ante los propios ojos del espectador", se explica en el mencionado texto.
Europa plena de 'zoológicos humanos'
Francia se especializó en exposiciones universales e internacionales, con temática colonialista; Alemania y Suiza se centraron en las muestras "étnicas", mientras que el Reino Unido dio rienda suelta a la "temática imperial" a través de espectáculos de gran calado. Este tipo de eventos se extendió incluso hasta mediados del siglo XX.
El estudio de los "objetos etnográficos" hallados en las excavaciones arqueológicas se volvió "insuficiente" para los académicos, que reclamaban hacer un "examen real de los individuos". Por ello, se apeló a los "especímenes humanos importados", que se utilizaron ampliamente hasta la Primera Guerra Mundial.
Uno de los sitios para la exposición de seres humanos vejados fue el Jardín Zoológico de Aclimatación, en París, que a partir de 1877 ya contaba con este tipo de exposiciones. Allí llegó el comerciante de animales alemán Carl Hagenbeck, que en 1874 inauguró el concepto de "zoológicos humanos".

Hagenbeck, que llamó a sus muestras "exposiciones antropozoológicas", presentó como sus principales 'atracciones' a una familia perteneciente a la etnia sami, procedente de Laponia, y a nubios, de África Oriental.
Otras ciudades donde se realizaron esas exhibiciones fueron Filadelfia (1876); París (1878 y 1889); Ámsterdam (1883). Allí, además de las visitas del público, se hicieron detalladas series fotográficas en las que participó el príncipe Roland Bonaparte, integrante de la Sociedad de Antropología de París.
La historia de la 'Venus hotentote'
Entre 1810 y 1815 hubo un precedente de estas muestras en Europa. Se trata de la exposición en Londres y en París de Sara Baartman, nacida en Suráfrica y perteneciente a la etnia khoikhoi.
En su país, Sara fue esclavizada por unos holandeses y vendida al médico empresario británico William Dunlop, que la llevó bajo engaño a Inglaterra para convertirla en la principal "atracción" de su espectáculo. En Europa sufrió maltratos, humillaciones y violaciones.
Baartman fue exotizada por sus grandes glúteos y convertida en la 'Venus hotentote', que era mostrada desnuda a los asistentes, que incluso pagaban por tocar sus nalgas. A pesar de que fue liberada en Inglaterra, fue nuevamente comprada y llevada a París, donde volvió a ser exhibida con un ser "inferior", según Radio África Magazine.
La capital de las exposiciones 'exóticas'
Londres se convirtió en la capital europea de las 'exposiciones exóticas', recoge 'Zoológicos humanos. La invención de lo salvaje'. Allí hubo exhibiciones de indígenas en 1817; de lapones, llamados los "salvajes" de Europa, en 1822; de esquimales en 1824; de fueguinos, a partir de 1829; de guyaneses en 1839; de bosquimanos en 1847 y de zulúes en 1853.

Estos comerciantes se valieron de estrategias llamativas para mantener el interés del público. Por ello recurrieron a hablar del "salvajismo" y "ferocidad" de las personas que exhibían para convencer a los espectadores que esos seres humanos era "inferiores" a los europeos y que por ello podían ser colonizados fuera de sus tierras.
En otros casos, representaban sus entornos de forma exagerada para hacerlos ver como "primitivos", refiere The Conversation. "Todo estaba destinado a alimentar el entusiasmo de los occidentales por lo exótico: erotizaban los cuerpos de las mujeres negras, deshumanizaban a los hombres negros y 'demostraban' su fuerza animal".
En la actualidad, se desconoce el destino de cientos de restos humanos de las personas que fueron llevadas a los "zoológicos humanos" en Europa, EE.UU. y Japón.








