El 'James Bond' de Stalin, el más exitoso agente ilegal conocido de la URSS

Sin conocer su verdadera identidad, funcionarios de la Unión Soviética lo llamaron "perro guardián del imperialismo", mientras que en Occidente era "una estrella de la diplomacia latinoamericana".

Normalmente la fama de los espías más conocidos se debe a que fueron desenmascarados antes de completar su misión, pero el protagonista de nuestra historia pudo evitarlo.

En 1953, cuando en el Vaticano buscaban al embajador costarricense Teodoro Castro, desaparecido junto con su esposa y su hija recién nacida, en Moscú, en la casa Nº2 de la calle Peschánaya se alojaron sus nuevos residentes: Iósif Romualdovich Grigulévich, su esposa Laura y su pequeña hija.

Ese mismo año, Iósif Grigulévich se incorporó al Comité de Relaciones Culturales con el Extranjero. Al principio, hablaba ruso con un acento notable. Sin embargo, dominaba muchos idiomas europeos, especialmente español e italiano, como si fueran su lengua materna.

Nadie imaginó que, hasta 1953, había pasado más de dos décadas como espía ilegal, alcanzando cotas inimaginables incluso para el exitoso servicio de inteligencia soviético. Participó en operaciones que permanecen clasificadas hasta el día de hoy, y sigue siendo una figura legendaria de la que se sabe poco con certeza.

Iósif Grigulévich, apodado 'El Elegido de Dios' por el propio Yuri Andrópov (futuro líder de la URSS que entonces encabezaba la KGB), posiblemente fue el agente ilegal más exitoso de la historia soviética e incluso llegó a ser embajador de un Estado extranjero, Costa Rica, algo que ninguno de agentes había logrado jamás.

Vivió bajo más de una docena de identidades diferentes, trabajó para los servicios secretos de la URSS (la NKVD y la KGB), atentó contra Trotski, planeó una operación contra Josip Broz Tito, dirigió redes de sabotaje en Europa y Latinoamérica, intervino en una reunión de la ONU con acusaciones contra la URSS e incluso fue condecorado por el Vaticano con la Orden de San Gregorio Magno.

De joven revolucionario a agente secreto

El futuro maestro del espionaje, cuyo verdadero nombre fue Josifas Romualdovičius Grigulevičius, nació en 1913 en la ciudad de Vilna, entonces parte de Imperio Ruso, en el seno de una familia de caraítas, una etnia de habla turca que profesa una versión específica del judaísmo.

En 1926, su padre, Romuald, emigró de Vilna (ahora capital de Lituania que entonces formaba parte de Polonia) a Argentina, donde se convirtió en gerente de una farmacia. El mismo año, Iósif, de tan solo 13 años, se interesó por el comunismo (extremadamente popular entre la juventud de aquella época tras el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia), por lo que fue expulsado de la escuela.

En 1932 Grigulévich fue arrestado, recibió una sentencia suspendida y fue expulsado del país. Luego de liberarse, viajó, con ayuda de la MOPR (una organización auxiliar de la Internacional Comunista) y bajo otro nombre a París, uno de los centros más importantes de emigración polaca y comunista de la época. 

En 1933, estudió en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París y, simultáneamente, formó parte del consejo editorial de una revista comunista.

En agosto de 1934, fue enviado como agente del Comintern a Argentina. Allí se reunió con su padre y aprendió el español, pero en julio de 1936 fue detenido en Buenos Aires. De allí, el Comintern decidió enviarlo a España, sumida en la guerra civil.

Muy pronto, el joven comunista llamó la atención del funcionario de la Policía secreta soviética NKVD, Alexánder Orlov, oficialmente a cargo del consejero de seguridad del gobierno republicano. A partir de 1937, Iósif comenzó a colaborar activamente con la inteligencia soviética.

Estando en España, no solo luchaba contra los franquistas clandestinos, sino también contra las tendencias adversarias a las fuerzas prosoviéticas. En particular, participó en los enfrentamientos armados contra partidarios de Trotski del POUM y los anarquistas de la CNT-FAI y otros grupos en la capital catalana. En junio, Grigulévich fue implicado en el asesinato extrajudicial del líder del POUM, Andrés Nin.

Curiosamente, todos los colegas españoles del joven agente soviético pensaban que era argentino.

Juegos de espías

Vladímir Chirkov, autor de 'El superagente de Stalin: Trece vidas de un oficial de inteligencia ilegal', señaló que Grigulévich era ampliamente aceptado como uno de los 'suyos' gracias a su distintiva apariencia, su capacidad para asumir cualquier rol y su habilidad para ganarse la confianza de la gente, así como a su ingenio, serenidad y prudencia.

La Gran Guerra Patria encontró a Iósif en Argentina, desde donde viajaba a otros países de América del Sur para crear una red de espionaje de la URSS, inexistente en aquella época.

Así, una sola persona pudo organizar un numeroso grupo subversivo integrado por comunistas locales que minaba barcos alemanes (con bombas de acción retardada) que transportaban valiosos cargamentos: salitre, tungsteno y otras materias primas para la industria militar nazi.

Grigulévich era ampliamente aceptado como uno de los 'suyos' gracias a su distintiva apariencia, su capacidad para asumir cualquier rol y su habilidad para ganarse la confianza de la gente, así como a su ingenio, serenidad y prudencia

Las actividades de Grigulévich y sus asociados en Sudamérica provocaron el cese casi total de los envíos argentinos a la Alemania nazi. En 1945, pocos meses después del fin de la Segunda Guerra Mundial, Iósif y su esposa Laura llegaron a Chile, donde se legalizaron obteniendo la ciudadanía de Costa Rica.

En 1949, los servicios secretos de la URSS mandaron la familia a realizar misiones de inteligencia en Italia y Yugoslavia. Grigulévich se estableció en Italia como el empresario costarricense Teodoro Castro, fundó una empresa dedicada a la importación de café y contribuyó a la llegada al poder de José Figueres Ferrer ('Don Pepe').

En agradecimiento, el recién nombrado líder nacional nombró a su asesor como embajador del Estado centroamericano en Italia, el Vaticano y Yugoslavia.

Las actividades de Grigulévich y sus asociados en Sudamérica provocaron el cese casi total de los envíos argentinos a la Alemania nazi

Esta fue una decisión sin precedentes y la única vez en la historia que un agente ilegal encabezaba la Embajada de un país extranjero. Como era de esperar, Teodoro Castro rápidamente entabló muy buenas relaciones con la Santa Sede, lo que lo convirtió en un agente aún más valioso para la URSS.

El líder yugoslavo, Josip Broz Tito (quien conoció a Grigulévich personalmente durante la guerra civil en España), también le otorgó una audiencia personal, sin saber que estaba hablando con su posible asesino. En 1952, Stalin mandó organizar el asesinato del líder del país eslavo, con quien estaba en conflicto desde 1948. Se proponían varios planes. Uno de ellos preveía que el agente soviético 'Max' (Grigulévich), previamente vacunado contra la peste pulmonar esparciera el patógeno en la sala donde estaba Tito. Otra variante fue envenenarlo, pero finalmente la operación no se realizó.

"Perro guardián del imperialismo".

En enero de 1952 en Paris, en la sexta sesión de la Asamblea General de ONU, adonde se dirigió Teodoro Castro como parte de la delegación latinoamericana, el Secretario de Estado de los Estados Unidos (1949-1953) Dean Acheson le propuso al diplomático costarricense intervenir desde la tribuna de la Asamblea con un discurso antisoviético en relación con el regreso a su patria de niños griegos evacuados durante la Segunda Guerra Mundial.

El discurso de Grigulévich fue brillante: estaba citando a la Biblia, a Aristóteles, criticó duramente a la URSS y recibió la aceptación de buena parte de los participantes de la Asamblea. El ministro de Exteriores de la URSS, Andréi Yanuárievich Vyshinski, prestó atención al discurso del diplomático latinoamericano, al valorar sus dotes retóricos. Sin embargo, insistió en que como un político es "un muñeco y un perro guardián del imperialismo".

En aquel entonces la inteligencia exterior de la URSS formalmente era parte del Ministerio de Exteriores del país.

Por otra parte, la intervención de Grigulévich le mereció pronto un elogio, siendo reconocido como "una estrella en ascenso de la diplomacia latinoamericana".

En 1952 - 1953, el papa otorgó a Teodoro Bonefil Castro la Orden de Malta; el presidente de Venezuela, la Orden de Francisco de Miranda; los presidentes de Chile, Uruguay y Bolivia también le otorgaron órdenes nacionales.

Su regreso a la URSS

La misión de espionaje de 'Max' terminó en septiembre de 1953, cuando fue llamado a Moscú "por razones de seguridad".

¿Cuáles podrían haber sido las razones para perder a un agente tal valioso?

La principal versión que barajan los historiadores fue la muerte de Stalin y los acontecimientos que le siguieron.

Además, después de la muerte del líder soviético, el exjefe de Grigulévich, Alexánder Orlov, quien desertó a Occidente en plena purga en la URSS (en 1938), reapareció exactamente 15 años después de su deserción y empezó a publicar en Estados Unidos fragmentos su libro 'The Secret History of Stalin's Crimes' ('La historia secreta de los crímenes de Stalin')

Pese a que Orlov no denunció a ninguno de los agentes ilegales de importancia, el mando de la inteligencia soviética, con total razón, estaba preocupado por posibles revelaciones del desertor.

La segunda versión se debe a la lucha política que estalló en la URSS después de la muerte de Stalin. Luego del arresto del jefe de la Policía secreta, Lavrentiy Beria, fueron retirados del servicio y posteriormente también arrestados varios exjefes de Grigulévich, los generales Sávchenko, Eitingón y Sudoplátov. A juzgar por todo, el nuevo mando consideró a Grigulévich como alguien cercano y por ende un 'enemigo' de nuevo gobierno de Jruschov.

De agente secreto a historiador y publicista

Como el exagente 'Max' no tenía rango militar y no estaba en la nómina del sistema de seguridad estatal de la URSS, no tenía derecho a una pensión. Grigulévich, un millonario en el hemisferio occidental, se encontró casi sin dinero en el país al que sirvió. El agente activo en la época de Stalin fue enviado a la reserva para jubilarse anticipadamente tres años más tarde.

A partir de 1956, Grigulevich se dedicó a la investigación y el periodismo. A partir de 1960, trabajó en el Instituto de Etnografía de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética. Estuvo detrás de la fundación del Instituto de América Latina. Fue el principal especialista en la región. Publicó más de 30 monografías y trabajos académicos sobre la historia política del Vaticano, la inquisición, la Iglesia católica y los países latinoamericanos.

Bajo el seudónimo de Lavretski (nombre de soltera de la madre), publicó una treintena de libros sobre las personalidades latinoamericanas más destacadas, entre ellos extensas biografías de Simón Bolívar, Ernesto Che Guevara y Salvador Allende, Siqueiros, etc.

En 1965 defendió el doctorado en ciencias históricas, y en 1979 se convirtió en miembro de la Academia de Ciencias de la URSS.

Se cuenta que en cierta ocasión Grigulévich se encontró en una editorial con el exembajador soviético en Italia Mijaíl Kóstylev. Kóstylev había descrito a Castro como un reaccionario acérrimo y un enemigo jurado de la Unión Soviética.

Grigulévich le dirigió un guiño a Kóstylev. A su vez, el exdiplomático, atónito, corrió hacia el editor jefe y le gritó: "¡Llame a la KGB urgentemente, está un espía aquí, un enemigo del pueblo soviético!". Se cuenta que cuando llegaron agentes de la KGB, explicaron: "Sí, sí, muchas gracias por estar pendientes de enemigos. Sigan trabajando".

Y, por último, cuando le preguntaron si sería posible redactar un libro sobre su trabajo en los servicios de inteligencia, se negó rotundamente. "Solo después de mi muerte", señaló.

Iósif Romualdovich Grigulévich falleció el 2 de junio de 1988.