La ciudad de Nuremberg, una preciosa joya medieval a orillas del río Pegnitz de la región de Baviera (Alemania), no es tan conocida por sus encantos arquitectónicos y culturales, como por un importante acontecimiento que tuvo lugar después de la Segunda Guerra Mundial y que dio vuelta a la página de la historia del siglo XX. En vísperas de la celebración del 65 aniversario de la victoria contra el fascismo, este acontecimiento se empieza a recordar más a menudo, aunque nunca podrá olvidarse del todo.
Se trata de los ‘juicios‘ o ‘procesos de Núremberg‘, un conjunto de procesos judiciales emprendidos por iniciativa de las naciones aliadas vencedoras en la Segunda Guerra Mundial, contra los principales culpables nazi, acusados de desatar una desastrosa guerra, así como de crímenes contra la paz y la humanidad. El Proceso se celebró en el Palacio de Justicia de esa ciudad entre el 20 de noviembre y el 1 de octubre de 1946. Las caras más conocidas del Tercer Reich, al menos, aquellos dirigentes del gobierno nazi que aún seguían con vida al momento de celebrarse el proceso, fueron llevados a Nuremberg.
La decisión de establecer el Tribunal Militar para juzgar a los cabecillas fue tomada por los representantes de la URSS, Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña en la ‘Conferencia de Londres‘ celebrada del 26 de junio al 8 de agosto de 1945 en Londres.
La defensa de los acusados pretendía negar la competencia del Tribunal, y poner de manifiesto la dificultad de aplicar leyes con carácter retoactivo. Las acusaciones describían delitos que no lo eran en el momento de haberse cometido, porque las correspondientes leyes internacionales fueron creadas con posteridad. La defensa también recordó que los países acusadores mantuvieron relaciones con la Alemania de Hitler, incluso los primeros años de guerra, tal era el caso de los Estados Unidos.
El Tribunal sin embargo quería sentar un precedente jurídico y condenar no sólo a los jefes nazis sino a la propia guerra misma y sus horrores. El juicio de Nuremberg fue concebido como posibilidad idónea para elaborar y poner en práctica normas internacionales de conducta, y así poder impedir futuras tragedias. El proceso, las actas de acusación y las sentencias formaban parte de la doctrina que había quedado plasmada en la ‘Carta de las Naciones Unidas‘.
La tipificación de los crímenes y abusos realizada por los tribunales y los fundamentos de su constitución, representaron un indudable avance jurídico que sería aprovechado posteriormente por las Naciones Unidas, para el desarrollo de una jurisprudencia específica internacional en materia de guerra, de agresión, crímenes de guerra y crímenes en contra de la humanidad.
Gracias a las investigaciones y testimonios personales presentados en el curso de la práctica del genocidio masivo, trato inhumano con los prisioneros de guerra, torturas y fusilamientos. Todo ello determinó el carácter positivo y precedente del ‘Proceso de Nuremberg‘.