Según el senador demócrata Carl Levin, el Gobierno del presidente George W. Bush engañó a los estadounidenses en el período previo a la guerra de Irak de 2003, pues la CIA no disponía de pruebas claras de que el Gobierno de Saddam Hussein estuviera vinculado en los actos terroristas del 11 de septiembre.
Anteriormente, hace casi medio siglo, EE.UU. utilizó como justificación para intervenir en la guerra civil de Vietnam un presunto ataque a las naves militares estadounidenses que navegaban en la zona. Pocos años después, en medio del conflicto bélico, un exfuncionario del Pentágono revelaría la falsedad de esta información. Una falsedad que se confirmó oficialmente mucho después, cuando se desclasificaron documentos de la Agencia Nacional de Seguridad.
A principios de los 1990, una enfermera de un hospital kuwaití afirmaba entre lágrimas que soldados iraquíes habían sacado a 300 recién nacidos de sus incubadoras y los habían dejado morir de frío. La historia fue utilizada como pretexto para intervenir en el conflicto entre Irak y Kuwait, la guerra del Golfo (1990-1991). Más tarde se descubrió que la presunta enfermera era la hija del embajador de Kuwait en EE.UU.
En 2013, las potencias occidentales culparon al Gobierno de Bashar al Assad en Siria de emplear armas químicas contra su pueblo. Este pretexto fue calificado por el presidente Barack Obama de "línea roja" y casi abrió las puertas a una intervención estadounidense en el conflicto sirio. Finalmente, el arsenal tóxico de Siria fue destruido gracias a un acuerdo entre Washington y Moscú.
Al respecto de los intentos de EE.UU. para entremeterse en conflictos ajenos, el analista internacional Juan Luis González Pérez opina que son los propios estadounidenses los que deben atajarlos: "El pueblo norteamericano no debería dejar que la historia se repitiese una y otra vez. EE.UU. siempre ha utilizado mentiras para interferir".