"Primera razón. En el mundo hay cada vez más jugadores que quizá no sean capaces de cambiar la agenda global por sí mismos pero que sí pueden ignorar los deseos de América', escribe Bremmer en su artículo para 'Time'.
Recuerda que los mercados emergentes más fuertes ya no necesitan tanto capital como antes; es más, algunos de ellos han creado sus propias instituciones de crédito.
"Segunda razón. Las relaciones de Washington con sus partidarios tradicionales, como la Unión Europea, se debilitan por las noticias de la intervención de teléfonos de la canciller Angela Merkel o los informes de torturas practicadas por la CIA", cuenta el experto.
Tercera razón: es inevitable que los lazos de Washington con sus aliados en Asia también se debiliten a medida que se fortalece China, afirma Bremmer.
Según el columnista, en relación con lo anterior, el sistema internacional está esperando una 'desamericanización'. Durante años Estados Unidos seguirá siendo la nación más poderosa del mundo, pero el peso de ese estatus será diferente; y, es más, la globalización va a cambiar ligeramente su vector, dice el experto.
"Las ventajas de las que el país gozó durante décadas se están desvaneciendo, mientras que los nuevos poderes imponen nuevas reglas y normas en la política internacional, en el mercado global y en Internet. La globalización seguirá difundiendo las ideas, acelerando el flujo de información, sacando países de la pobreza e impulsando el consumo global. Pero es poco probable que continúe promoviendo los valores estadounidenses y la visión estadounidense del mundo de la misma manera que antes", resume Bremmer.