Occidente contempla el conflicto en sureste de Ucrania simplemente como la lucha entre "separatistas apoyados por Rusia" y el Gobierno Ucraniano, obviando el hecho que radicales islamistas del Estado Islámico (EI) y "otras organizaciones islámicas clandestinas" participan en el conflicto apoyando a las autoridades ucranianas, escribe el periodista Marcin Mamon para el portal 'The Intercept'.
Algunos lo hacen en el marco de su guerra contra las autodefensas, mientras que el objetivo de otros es comprar del Gobierno ucraniano armas destinadas a la lucha contra las autodefensas en Donbass para enviarlas luego a otras zonas de conflicto, por ejemplo en Oriente Medio, sobornando a los aduaneros ucranianos.
Asimismo, otros yihadistas viajan a Ucrania para comprar pasaportes ucranianos (por 15.000 dólares), y de esta manera infiltrarse fácilmente en Europa a través de Polonia. Otros "hermanos", como se llaman entre sí los islamistas, buscan obtener ganacias en Ucrania de forma ilegal para enviarlo a sus compañeros de armas en Siria, el Cáucaso y Afganistán. "En medio del conflicto, Ucrania se convierte en una pasarela para la yihad", subraya la publicación.
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El propio Gobierno permite a los yihadistas participar en el conflicto, aunque no siempre los apoya abiertamente, temiendo que algún día estos puedan volverse en su contra, resalta la publicación. No obstante, algunos oligarcas ucranianos y residentes locales si lo estarían haciendo. Los propios islamistas se las apañan aquí para buscar fuentes de financiación, por ejemplo robando a la mafia ucraniana.
El periodista se puso en contacto con uno de islamistas de origen checheno que lleva ya casi un año combatiendo en Ucrania. Con una pegatina en su auto con el símbolo de la llamada operación antiterrorista, como denomina Kiev el conflicto interno, el yihadista armado puede pasar sin problemas por cordones de policías que "lo saludan y le desean suerte", escribe.
Acompañando al yihadista, el periodista fue testigo de cómo este se ponía de acuerdo con un empresario local al que presentó algunos contactos suyos del Golfo Pérsico para venderles ámbar. Resulta que establecer "contactos de negocio entre los empresarios ucranianos y, en este caso en particular, sauditas, es una manera más de financiar a los islamistas en el sureste de Ucrania, y luego en Cáucaso y en Oriente Medio", subraya la publicación.