El envejecimiento de los sistemas de agua, el aumento de la demanda de alimentos y el crecimiento de las poblaciones ya estaban poniendo a los suministros de agua de Oriente Medio y el Golfo en un gran riesgo. A esto, hay que añadir los combates en Siria y la violencia desatada por los militantes del Estado Islámico, por lo que la región ya se enfrenta a una situación crítica.
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"Usar el acceso al agua como táctica o arma durante un conflicto, o elegir como blanco las instalaciones de agua o de energía, no sólo viola las leyes del conflicto armado, sino que tiene efectos muy nocivos sobre la vida de las personas, cuya salud ya es extremadamente vulnerable", ha anunciado este miércoles Robert Mardini, jefe de operaciones para Oriente Medio del CICR. Según la organización, la infraestructura del agua está siendo blanco deliberadamente, y a veces las redes de agua están siendo utilizadas como "moneda de cambio político o militar".
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La presión sobre los recursos hídricos se siente en toda la región, incluyendo en Jordania, que ha visto un aumento de su población en un 10% en cuatro años, y el Líbano, donde la población se ha disparado un 25% en cuatro años, debido a la afluencia de refugiados. Se prevé que en 2025, Saná, la capital de Yemen, se quedará sin agua.