Después de la Segunda Guerra Mundial, las grandes campañas militares terminaron ruinosamente para el Ejército bien entrenado y armado de EE.UU., sostiene el portal estadounidense Vice.
La última vez que EE.UU. derrotó a un enemigo, en alianza con la Unión Soviética, fue en 1945: la guerra de Corea terminó casi en empate, la guerra de Vietnam, en una derrota. La guerra del Golfo tuvo un éxito limitado, y las campañas militares en Afganistán e Irak fueron un desastre para la política exterior de EE.UU.
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"EE.UU. tiene más poder de fuego que cualquier imperio en la historia, pero parece ser incapaz de transformarlo en algo que pueda llamarse victoria", publica el medio. Teniendo en cuenta que el costo anual del Ejército norteamericano constituye cerca de 500.000 millones de dólares, el país no logra mucho resultado con ese dinero, señala Vice.
De acuerdo con la publicación, las guerras de las que participa Washington son obviamente frustrantes, porque en realidad EE.UU. no las necesita. Ninguna de las guerras que ha llevado a cabo el Estado norteamericano en las últimas décadas, afectó a sus intereses fundamentales.
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La revista señala que dichas guerras comienzan porque una parte importante de la elite estadounidense de la política exterior pretende sorprender a todo el mundo con el poder de su Ejército. "Aproximadamente cada diez años, EE.UU. debe elegir algún pequeño país miserable y demolerlo, sólo para mostrarle al mundo que no estamos de broma", escribe.
"Si una victoria en Vietnam, Irak o Afganistán realmente fuera muy importante para la seguridad o la prosperidad de EE.UU., el electorado estaría dispuesto a arriesgar la vida de sus hijos y tal vez a pagar más impuestos (...) La guerra destinada a impresionar al electorado está condenada al fracaso. La razón principal por la que EE.UU. no es capaz de ganar las guerras, consiste en que no estamos obligados a hacerlo. Tal vez deberíamos dejar de hacer la guerra", concluye el medio.