"Comenzó en abril con una serie de acuerdos entre Argentina y Rusia durante la visita de la presidenta Cristina Kirchner a Moscú. Y continuó con la inversión de 53.000 millones de dólares del primer ministro de China, Li Keqiang, durante su visita a Brasil en el marco de otra ofensiva comercial en Sudamérica completada con una dulce metáfora: Li cabalgando a lomos de un ferrocarril chino que ejercerá de nueva línea de metro en Río de Janeiro frente a las Olimpiadas de 2016", afirma el analista Pepe Escobar a RT. "¿Dónde está EE.UU. en todo esto? En ninguna parte", sostiene.
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"La evolución constante de las relaciones estratégicas de las naciones BRICS es percibida por los círculos de Washington no solo con incredulidad sino con miedo", sostiene el experto, afirmando que es "prácticamente imposible" que EE.UU. dañe realmente a China, Rusia o Brasil y que la "ira de Washington" apunta esencialmente hacia el gigante asiático, el cual "se ha atrevido a realizar trato tras trato en el antiguo 'patio trasero de EE.UU.'".
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Escobar destaca en su análisis la reunión de enero que tuvo como fruto que el mandatario chino Xi Jinping prometiese canalizar 250.000 millones de dólares para proyectos de infraestructura en los próximos 10 años y la multitud de proyectos de infraestructura superior que en America Latina están siendo financiados con capital chino, como puede ser la firma de 35 acuerdos de inversión y cooperación entre Brasil y el gigante asiático o la construcción de dos presas hidroeléctricas en la Patagonia argentina por un acuerdo de 4.700 millones de dólares.
"El panorama a largo plazo permanece inexorable; el BRICS y las naciones Sudamericanas —que convergen en la Unasur— apuestan por un orden mundial multipolar y un proceso continental de independencia. Es evidente cómo esto se aleja de la doctrina Monroe", sentencia.