La filial de la Fundación Clinton se estableció en el país nórdico y recibió numerosas donaciones al mismo tiempo que el Gobierno sueco presionaba a la exsecretaria de Estado acerca de las sanciones contra Irán, reza la investigación 'The Washington Times'. Según varios documentos e informes recogidos por el periódico, el hecho no fue conocido por el Departamento de Estado, ya que todos las papeles de la filial fueron tramitados y registrados en Suecia.
Muchas empresas suecas de nivel internacional, como Ericsson y Volvo, estaban en contra de las estrictas sanciones contra el país persa por intereses comerciales. Al mismo tiempo, Irán era el segundo mercado más grande en Oriente Medio para las exportaciones suecas después de Arabia Saudita, en tanto que la compañía Ericsson era el segundo proveedor telefónico del país persa.
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Según el periódico, la Fundación recaudó 26 millones de dólares durante el período de discusión de las sanciones. Todavía no se puede decir con total seguridad que los hechos están relacionados entre sí, pero cuando en 2011 la secretaria de Estado Hillary Clinton hizo público el primer listado de sanciones contra Irán, excluía a Ericsson y Volvo.