"En una entrevista a Fox News a principios de esta semana, el jefe del Estado Mayor del Ejército estadounidense, general Ray Odierno, dijo que EE.UU. podría haber impedido el surgimiento del Estado Islámico", recuerda el analista.
En su opinión, Odierno tiene toda la razón, pero, mientras que el general cree que el levantamiento del grupo terrorista fue provocado por una falta de intervención militar por parte de EE.UU., la verdad es "precisamente lo contrario".
"Odierno habla como si el único objetivo de los militares de EE.UU. fuera ayudar a los países del tercer mundo empobrecidos y devastados por la guerra a desarrollarse en paz", mientras que "nada podría estar más lejos de la realidad", opina Glazebrook.
Según el politólogo, el objetivo final de EE.UU. "no es preservar la paz y la estabilidad, sino su dominación global". Aunque "hubo un momento en que había una cierta convergencia de estos objetivos", en 2011 ese ya no era el caso.
"Estados estables de cualquier orientación ideológica eran vistos cada vez más como una amenaza a la continuación de la dominación de EE.UU.", explica el experto, agregando que "nada podría ilustrarlo mejor que el caso de Irak después de la invasión de EE.UU.".
Un Irak desestabilizado, parte de la estrategia contra China
En este sentido, el autor del artículo recuerda un informe publicado hace unos años por el centro de estudios estadounidenseFundación Jamestown, que destacaba la creciente cooperación de China e Irak en el campo del petróleo. El informe describía cómo China se había convertido en el principal ganador de los contratos petroleros bajo el nuevo Gobierno iraquí, y "había ayudado a restaurar la maltrecha industria de nuevo a impresionantes niveles de producción".
"Entonces, el gradual resurgimiento de la economía iraquí no estaba beneficiando a EE.UU., sino más bien al rival estratégico número uno de EE.UU., China", señala el politólogo.
Estados estables de cualquier orientación ideológica eran vistos cada vez más como una amenaza a la continuación de la dominación de EE.UU.
Es más, prosigue, la creciente cooperación china-iraquí no era exclusivamente económica. El informe de Jamestown hablaba de la posibilidad de "una asociación estratégica a largo plazo".
"El desarrollo pacífico de Irak, en este contexto, estaba demostrando ser una amenaza directa a la continuación de la dominación estadounidense", escribe el experto, añadiendo que "este es el contexto en el que tiene que ser visto el ascenso del Estado Islámico".
A su juicio, "un Irak estable, capaz de desarrollar su infraestructura petrolera en paz, no solo era innecesario para el proyecto estadounidense de dominación global, sino, en realidad, era la antítesis de ella".
Según Glazebrook, es por eso que EE.UU. se involucró tanto en la política de la región, desatando una nueva ola de violencia en toda la zona de Oriente Medio-Norte de África, tanto a través de su guerra relámpago de siete meses contra Libia, como a través de su "patrocinio abierto de una insurgencia sectaria viciosa en Siria", todo lo cual tuvo consecuencias previsibles para Irak.
Lejos de "retirarse" de Irak, EE.UU. simplemente ha pasado de utilizar a sus propios soldados para alcanzar sus objetivos estratégicos a la formación y financiación de escuadrones de la muerte 'yihadistas' sectarios para que hagan lo mismo.
En realidad, la desestabilización de Irak fue parte integrante de la lucha de Washington contra China, concluye el analista.