EE.UU. está intentando idear una estrategia eficaz para hacer frente a las tácticas de enjambre de Irán. Gran parte del problema reside en que el uso de los misiles Tomahawk o Harpoon resulta poco rentable, ya que su costo, de millones de dólares, está muy por encima del de las lanchas rápidas iraníes que deben abatir, destaca Keck en su artículo para 'The National Interest'.
Una de las posibles soluciones que la Armada estadounidense "ha estado pregonando" en los últimos años es el uso de láseres o armas de energía cinética. No es casualidad que su primer buque equipado con armas láser, el USS Ponce, fuera desplegado en Oriente Medio, subraya el periodista.
Los láseres, a diferencia de otros misiles, son extremadamente baratos, acentúa. Además, son prácticamente inagotables, mientras que el número de misiles convencionales que una nave puede llevar a bordo es limitado.
Otra posible solución es la nueva generación de misiles. A mediados de junio tuvieron lugar las primeras pruebas de los AGM-114L Longbow Hellfire, misiles mejorados superficie-superficie para condiciones adversas, de unos 8 kilómetros de alcance. Está previsto que los módulos basados en ellos estarán instalados en los buques de combate litoral de EE.UU. a partir de 2017.
La característica clave de los Longbow Hellfire es que son autoguiados: en cuanto los radares detectan una amenaza es posible lanzarlos sin tener que controlarlos. Esto permita el lanzamiento simultáneo de numerosos misiles, subrayan los especialistas. EE.UU. no oculta que su supuesto adversario es la República Islámica. En su comunicado oficial sobre las pruebas, la Armada notó que estaba simulando un ataque relámpago masivo de embarcaciones rápidas como las que utiliza Irán, puntualiza Keck.