Hoy en día, entre la "sorprendente falta de atención" en EE.UU., las relaciones ruso-chinas son más estrechas que nunca en los últimos cincuenta años, lo cual les da la oportunidad de remodelar el orden mundial a su gusto", escriben los analistas Mathew Burrows y Robert A. Manning en su artículo titulado 'La peor pesadilla de EE.UU.: Rusia y China se acercan', publicado por 'The National Interest'.
Las sanciones antirrusas han motivado a Moscú a mirar hacia Oriente y, en particular, hacia China, señala el artículo. "Casi medio billón de dólares en acuerdos de gas y petróleo" con China van a reforzar la economía rusa, mientras que China adquiere un "valioso socio" para la estabilización y la modernización de Eurasia, que China ve cada vez más como su futuro económico, indican los analistas.
Al menos a corto plazo, Moscú y Pekín han evitado la competencia estratégica en Asia Central, puntualiza el artículo. Al parecer, en Asia Central existe "al menos una tácita división de trabajo" ruso-china, con Moscú liderando en cuestiones de seguridad y Pekín encargado de ayuda e inversiones. "Su nuevo banco de desarrollo de los BRICS y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura deberían lubricar sus esfuerzos", añaden los autores.
Aparte de su "simetría euroasiática", Rusia y China tienen una gran cantidad de intereses comunes, incluido el deseo de un "orden mundial más multipolar". "Esto plantea preguntas profundas sobre el futuro de la gobernación global y la dinámica del orden mundial", escriben los analistas advirtiendo que finalmente, podría llevar a la creación de una nueva bipolaridad.
En este contexto, la dirección en la que se va a ir desarrollando el mundo depende en gran parte de EE.UU. ¿Puede Washington permitirse enfoques confrontacionales tanto hacia Rusia como China? se preguntan los analistas, concluyendo que para lograr un nuevo equilibrio con Rusia pueden ser necesarios "compromisos incómodos".