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Los cinco mayores fracasos navales de Estados Unidos

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Sí, hoy en día la Marina de Estados Unidos es la más potente del mundo. Sin embargo, en el pasado tuvo que aprender de algunas derrotas dolorosas, según recuerda la revista 'The National Interest'.
Los cinco mayores fracasos navales de Estados Unidos

A pesar de su victorioso historial, la Marina estadounidense está lejos de ser imbatible. No se trata sólo de Pearl Harbor, sino que el analista James Holmes ha recordado las lecciones que tuvieron que aprender los marineros estadounidenses en un artículo publicado en la revista The National Interest.

Bainbridge en Argelia

Los pequeños fracasos tácticos pueden engendrar grandes humillaciones para un individuo, el servicio y la bandera. Un ejemplo de ello fue el extraño caso del capitán William Bainbridge.

En 1800, este capitán de la fragata 'George Washington' descuidó un viejo axioma de la guerra naval: un barco está en clara desventaja frente una fortaleza, debido a que esas construcciones tienen más armas pesadas y almacenes de municiones más grandes.

Bainbridge ancló la 'George Washington' enfrente de la fortaleza de Argel para rendir homenaje al dey [gobernante] de la ciudad. Con los cañones de la construcción apuntando hacia la nave, el dey ordenó al estadounidense que, bajo bandera de Argel, llevara esclavos, mujeres para el harén, una colección de animales y otros regalos a su amo, el sultán de Turquía. Si se negaba, la fragata sería destruida y su tripulación esclavizada.

De este modo, William Bainbridge se vio obligado a arriar la bandera de Estados Unidos, izar otro pabellón y transportar un cargamento de tesoros, regalos y hasta algunos leones para el sultán, que se encontraba en Estambul.

La ventaja que pudo sacar Estados Unidos de este absurdo episodio fue que su presidente de entonces, Thomas Jefferson, decidió actuar contra los Estados de Berbería por la fuerza, en lugar de pagar el tributo por una libertad marítima temporal.

La lección: pequeños errores tácticos pueden generar grandes dolores de cabeza diplomáticos. Los marineros deben pensar que son diplomáticos navales, no sólo simples guerreros en el mar, y tratar de prever la importancia estratégica y política de sus acciones, errores y debilidades.

La batalla de la isla de Savo

La batalla de la isla de Savo (Islas Salomón, Océano Pacífico) del 9 agosto de 1942 fue la primera gran batalla naval de la campaña de Guadalcanal y "probablemente, la peor derrota jamás infligida a la Marina de Estados Unidos en una lucha justa", según el almirante estadounidense Samuel Eliot Morison.

Durante la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas expedicionarias de la Infantería de Marina de Estados Unidos desembarcaron en las islas de Guadalcanal y Tulagi con el fin de desalojar a las fuerzas japonesas, que habían construido un campo de aviación para que sus aeronaves bloquearan las vías marítimas y aéreas que conectaban América del Norte y Australia.

En respuesta a los desembarcos anfibios de los Aliados en las islas, el vicealmirante japonés Gun'ichi Mikawa llevó siete cruceros y un destructor por el estrecho de Nueva Georgia para atacar a las fuerzas de desembarco enemigas y a la flota que los protegía. Mikawa les sorprendió y derrotó: hundió un crucero australiano y tres cruceros estadounidenses y sólo recibió daños moderados.

El resto de los buques de guerra y las fuerzas de desembarco aliadas se retiraron de las Islas Salomón y cedieron a los japoneses el control de los mares alrededor de Guadalcanal de manera temporal.

Lección: la Armada de Estados Unidos aprendió a tomar a su oponente en serio, especialmente en combates nocturnos, y reformó tanto sus comunicaciones como sus métodos de vigilancia aérea para conocer con celeridad los ataques enemigos.

Los buques 'raider' del los confederados en la Guerra Civil

La Armada del Norte impuso un bloqueo asfixiante a la Confederación durante la Guerra de Secesión estadounidense (1861-1865), y le arrebató el control de los ríos. Según Alfred Mahan, los sureños "admitieron a sus enemigos en sus corazones" al permitir que la flota de la Unión les privara del control de las vías navegables interiores, como el río Misisipi.

Sin embargo, eso no significa que los Confederados fueran impotentes en el mar. Sus cruceros, construidos en Gran Bretaña, causaron un enorme daño a las flotas mercantes y las flotillas balleneras de la Unión.

Algunos barcos 'raider', como los Alabama, Florida o Shenandoah, quemaron o capturaron a 225 buques mercantes y balleneros durante la guerra. Sus hazañas desviaron a la Armada de su misión de bloqueo, hicieron subir las tasas de seguros y provocaron que los transportistas registraran la mayoría de los buques de bandera estadounidense en el extranjero para escapar de los 'depredadores del Sur'.

La Guerra de 1812: el teatro de operaciones oceánico

Desobedeciendo la sabiduría de Washington y los ruegos de algunos fundadores de la patria, como John Adams, el Congreso de Estados Unidos se negó a financiar a la Armada estadounidense para su objetivo principal, defender las costas del país contra los ataques por mar y romper los bloqueos enemigos. En definitiva, los legisladores eligieron la falsa economía de los bajos gastos navales.

En 1807, una vergonzosa derrota táctica de la fragata Chesapeake contra el buque inglés Leopard ayudó a llevar a cabo la guerra de 1812. James Barron, capitán del buque estadounidense, se vió obigado a rendirse después de disparar un solo tiro.

En sus historias escritas del conflicto, Alfred Mahan y Theodore Roosevelt estiman que la recién nacida república se equivocó gravemente al no construir una flota militar de alrededor de 20 buques de línea y, al menos, 74 cañones cada uno.

Aunque en números globales hubiera sido inferior a la Royal Navy británica, una flota de este tipo podría cortar la comunicación entre las Islas Británicas y el Caribe y poner en peligro sus intereses en la región, incluso tal vez hubiera disuadido al Reino Unido de iniciar la guerra. Como mínimo, una Marina más fuerte podría haber impedido la 'asfixia' que originaron los británicos cuando bloquearon la navegación marítima y el comercio de cabotaje estadounidenses hasta 1814.

La Guerra de la Independencia

La lucha de Estados Unidos por su independencia (1776) demostró que hace falta tener una Marina de Guerra propia para vencer a un enemigo que posee una gran flota. También demostró que es más fácil improvisar en tierra firme que en el mar.

Sin duda, los marineros tuvieron sus momentos de gloria; de hecho, John Paul Jones sigue siendo un héroe popular de la Marina estadounidense... y de la rusa. Pero las hazañas individuales no deben ocultar el hecho de que las colonias americanas tuvieron que pedir prestada su flota a Francia para imponerse en el juego final en Yorktown y lograr su independencia.

La lección de la Guerra de la Independencia (1775-1781): un estado que quiere seguir una política exterior independiente debe mantener una flota acorde con sus propósitos nacionales. No siempre se puede contar con el poderío naval de los aliados para compensar ese déficit, así que resulta más prudente ser autosuficiente.

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