A lo largo de su historia Oriente Medio se ha visto desestabilizado por numerosos conflictos violentos, en cuyo origen estaban no solo las diferencias políticas entre distintas partes sino también la cuestión religiosa, y en concreto, la división principal entre los chiitas y los sunitas, que se remonta al siglo VII d.C.
Fundamentos ideológicos
Como bien se sabe, la división entre chiitas y sunitas se debió a la cuestión de la sucesión tras la muerte de Mahoma. Tras tres califas, se produjo un problema cuando un grupo (los chiitas) estaban a favor del primo y yerno del profeta Alí, mientras que los sunitas estaban del lado del miembro del clan de Omeya y gobernador de Siria, Muawiya. La disputa dio lugar a la primera fitna, o guerra civil entre los musulmanes. El conflicto se agravó por la muerte de Alí y su hijo Husayn. A este último se lo conmemora hasta hoy en día como un mártir en la fiesta chiita Ashura.
Las dos ramas principales de los musulmanes están de acuerdo en cuanto a los pilares del islam. Sus diferencias se encuentran principalmente en el marco de la tradición y algunos conceptos teológicos, así como algunas cuestiones políticas, como por ejemplo, la legitimidad del califato. Los sunitas opinan que el califa debe ser elegido por votación de la Umma de la tribu Quraish, de la que provino Mahoma. Los chiitas, a su vez, están a favor del imanato, en la que el imán sólo puede ser un descendiente o pariente de Mahoma.
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Diferencias étnicas
A las diferencias religiosas se han sobrepuesto las diferencias étnicas, ya que el sunismo es, principalmente, la religión de los árabes, y el chiismo, de los persas, aunque existen numerosas excepciones, señala el portal Lenta.ru, que ha intentado indagar más sobre las verdaderas diferencias que separan las dos ramas del islam y que las hacen combatir hasta la actualidad.
Hoy en día, el centro del chiismo se encuentra en Irán, mientras que veinte países árabes, excepto Baréin e Irak, son de mayoría sunita. Son también sunitas miembros de varios movimientos radicales que operan en Siria e Irak, incluidos los milicianos del Estado Islámico. El medio ruso señala que la situación se complica aún más por la presencia de ambas ramas en algunos países, como por ejemplo, la región Juzistán en Irán, habitada por sunitas, o la importante presencia de los chiitas en Baréin.
Crisis yemení
Actualmente, uno de los conflictos más prominentes con una marcada oposición entre las dos ramas del islam es Yemen, donde este año han tenido lugar unos violentos enfrentamientos entre los rebeldes hutíes, chiitas, concentrados en el suroeste del país, y los partidarios del presidente Abd Rabdo Mansur Hadi, quien a su vez abandonó el país tras la caída de la capital Saná. Mientras que algunos acusan a Irán de prestar apoyo a los hutíes, la coalición liderada por Arabia Saudita desde hace varios meses realiza ataques aéreos a gran escala contra las posiciones de los rebeldes.
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Irak
A lo largo de muchos años, Irak estuvo gobernado por sunitas, pese a que la mayoría del país era chiita. No obstante, tras el derrocamiento de Sadam Husein, al poder llegaron los chiitas, de modo que los sunitas se convirtieron en una minoría. No es de sorprender, señala Lenta.ru, que cuando empezaron a surgir los sunitas radicales del Estado Islámico, al principio consiguieron sin dificultad apoderarse de los territorios habitados por los representantes de la misma rama del islam.
Lo interesante es que antes de la intervención de EE.UU. en Irak, la división religiosa tenía un papel secundario, indica el portal. Según ha señalado el especialista ruso Veniamín Popov, durante la guerra entre Irán e Irak, "en primer lugar estaba la cuestión de la ciudadanía, y no de la fe". Fue después de que a los oficiales sunitas de Sadam Husein se les prohibiera servir en el Ejército del nuevo Irak cuando empezaron a unirse a las filas de los islamistas en masa.
¿Es verdaderamente decisiva la cuestión religiosa?
A pesar de que la división entre los chiitas y los sunitas es un factor importante en la política de Oriente Medio, algunos afirman que las diferencias religiosas no son más que un encubrimiento para los verdaderos intereses políticos, afirma Lenta.ru. "Se puede hablar de un entretejido de contradicciones religiosas, políticas, históricas y conflictos geopolíticos", señala la presidenta del Instituto de la religión y política Alexandra Ignátenko. "En ellas, no se puede encontrar el hilo inicial, ni tampoco se puede resolverlas", añade.