Los generadores diésel de apoyo encargados de la refrigeración de la central nuclear de Fukushima estaban instalados en áreas bajas, solo a 10 y 13 metros sobre el nivel del mar, con el riesgo de daños por tsunami hipotético que ello conlleva, a pesar de las múltiples advertencias de las autoridades japonesas y las noticias previas al desastre, reza el estudio del profesor de ingeniería civil y ambiental en la Universidad del Sur de California Costas Synolakis, publicado en la revista 'Philosophical Transactions' de la Royal Society de Londres.
El investigador explicó que la mayoría de los estudios dedicados a Fukushima se centran en las consecuencias de la tragedia, mientras que el propio Synolakis llevó a cabo un análisis profundo de informes previos al tsunami y concluyó que "los problemas de diseño que llevaron al desastre deberían haberse tratado mucho antes del terremoto". El experto afirma que el accidente tuvo lugar a causa de un "torrente de fracasos industriales, regulatorios y de ingeniería".
22 de los 33 generadores de apoyo necesarios para mantener el enfriamiento de la planta en caso de pérdida de suministro eléctrico fueron destruidos por el tsunami. Los reactores de Fukushima se fundieron al no poder enfriarse después de que 31 de 33 líneas de energía se desactivaran completamente. Actualmente, más de cuatro años después del desastre, las autoridades japonesas no han determinado aún qué hacer con los miles de toneladas de basura radiactiva de la central nuclear averiada y están almacenándola provisionalmente en la propia planta en precarias condiciones.