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Los fusiles de asalto más odiados por los soldados (fotos)

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Un arma que no esté diseñada para actividades deportivas debe ser simple, segura y letal. Los soldados odian las armas que no son fiables, por la sencilla razón de que pueden provocar que pierdan la vida. El siguiente artículo está dedicado a los peores fusiles de asalto del mundo.
Los fusiles de asalto más odiados por los soldados (fotos)

¿Cómo y por qué surgieron los fusiles de asalto?

Como siempre, el diseño de una nueva arma parte de la munición. En este caso, lo primero fue el cartucho.

Al inicio de la Segunda Guerra Mundial la Infantería de la mayoría de los contendientes estaba armada con viejos y muy fiables fusiles con potente cartucho —como el máuser (en el caso de Alemania) o el mosin (URSS)— o carabinas acortadas, que también usaban cartuchos de fusiles. Estas armas ofrecían fuego eficaz a gran distancia, pero su reducida cadencia resultaba insuficiente para los combates más próximos.

En esa época también se empleaban pistolas ametralladoras que disparaban con cartuchos de pistolas. Estas armas proporcionaban una elevada cadencia de fuego a distancias cortas, pero su distancia de fuego eficaz no superaba los 200 metros (en realidad, bastante menos).

De este modo, surgió la necesidad de desarrollar un cartucho intermedio, capaz de llenar el vacío existente. Los primeros en hacerlo fueron los ingenieros alemanes. Al final de la Segunda Guerra Mundial, los estudios iniciados antes de la contienda desembocaron en la adopción del cartucho 7.92/33 mm Kurz, para el cual desarrollaron los modelos StG-44 y StG45 (M), los primeros fusiles de asalto automáticos en la historia.

Sin ser los primeros, los ingenieros rusos pronto se convirtieron en los mejores. En 1943 N. Yelisárov y B. Semin diseñaron un potente cartucho de 7,62/39 —en la etapa inicial de diseño medía 41 mm de largo—, que en Estados Unidos se denomina con frecuencia '.30 Short Russian'.

Precisamente, el entonces humilde sargento Mijaíl Kaláshnikov ideó su famosa arma para este cartucho y ganó el concurso de diseño de fusiles que convocó la URSS.

El nada fácil objetivo de combinar la cadencia de fuego de los subfusiles o metralletas con el alcance y la precisión de los fusiles supuso la fabricación de varias armas que odian los soldados, afirma un artículo del portal El Confidencial.


M16: la mala infancia del fusil 'del futuro'

Cuando en 1963, en plena guerra en Vietnam, EE.UU. empezó a distribuir este fusil a su Ejército, el M16 parecía un arma del futuro. En su diseño, muy distinto al habitual, llamaba la atención el mango integrado, construido con aluminio aeronáutico y plástico. Sin embargo, adquirió una pésima reputación porque se ensuciaba con facilidad y se averiaba constantemente.

Los primeros fusiles M16 sólo disponían de cargadores de 20 cartuchos, lo que suponía una desventaja frente a los mucho más antiguos AK-47 soviéticos, que tenían una gran fiabilidad. Otro problema fue que el apagallamas de su cañón dificultaba el movimiento en la selva, ya que se enganchaba en la vegetación. Además, muchos se encasquillaban, se rompían en combate o daban otros problemas complicados de resolver, de ahí la mala fama que adquirieron.

SA80: el 'bullpup' británico

Pese a su revolucionario diseño 'bullpup', en el que la recámara del arma no está encima de la empuñadura, sino en la culata, este fusil británico presentó tantos casos de bloqueos y encasquillamientos, sobre todo en lugares polvorientos —como, para su horror, descubrieron los soldados británicos en la primera Guerra del Golfo y han redescubierto en Afganistán—, que ha sido modificado al menos 83 veces para resolver sus problemas. Aún así, los soldados lo odian y algunos visten camisetas con el lema "Diseñado por incompetentes, escogido por indiferentes, usado por desafortunados".

FAMAS: el clarín defectuoso

En 1981, el Ejército francés decidió reemplazar sus fusiles semiautomáticos MAS-49 y los subfusiles MAT-49 por un nuevo fusil de asalto, también con configuración 'bullpup': el FAMAS. La peculiar forma de su mango provocó que obtuviera el apodo de 'clarín'.

El FAMAS dispuso de muchas innovaciones para facilitar su uso: piezas plásticas para aligerar el peso, un sistema de mira dentro de su peculiar mango de transporte para mejorar la puntería, posibilidad de configuración para dispararse desde el brazo izquierdo... muchos aspectos, menos la fiabilidad. En 2013, Francia abrió un proceso oficial de selección para escoger un nuevo fusil de asalto.

El 'caliente' alemán G36

La marca alemana Heckler&Koch podría considerarse el 'Rolls Royce' en este sector. Sus armas son de máxima calidad, muy innovadoras y muy, muy caras.

Fundada por tres antiguos ingenieros del Mauser, el fusil G36 no heredó la fiabilidad de su antecesor. Nacido después de que el Ejército de Alemania decidiera modernizar su armamento para adaptarlo al estándar de la OTAN, incluye miras ópticas con diversos grados de amplificación.

Al ser un fusil moderno, preciso y de Heckler&Koch, no resulta extraño que varios países mostraran gran interés por adoptarlo. Por ejemplo, en 1998 España decidió que fabricaría unidades para reemplazar a las versiones de 5,56 mm del CETME y países como Arabia Saudí tomaron decisiones similares.

Sin embargo, este fusil de asalto alemán no había pasado una prueba en combate real hasta que desplegaron soldados en Afganistán. En un incidente en 2010, cerca de la ciudad de Kunduz, un grupo de paracaidistas alemanes fue emboscado por fuerzas talibanes y en aquél combate se reveló que se recalienta —algo que ya se sabía— y que, cuando sucede, pierde precisión de manera sustancial.

INSAS: el desastre indio

En la década de los 80, siguiendo la 'moda' de la época, las Fuerzas Armadas de India optaron por un cartucho de calibre más pequeño, el 5,56 mm OTAN. Para poder utilizarlo, el país diseñó, desarrolló y fabricó un nuevo sistema de armas de infantería que incluía un fusil de asalto, una ametralladora ligera y una carabina.

Este fusil de asalto INSAS mezcló varios elementos de otras armas similares —el AK-47 soviético, el FN FAL belga, el HK 33 alemán, etc.— y poseía un aspecto exterior muy similar a los kaláshnikov soviéticos. Sin embargó, no heredó nada de su mítica fiabilidad.

El arma se introdujo en 1998, justo a tiempo para el conflicto militar de 1999 contra Pakistán. Los combates se libraron a altitudes superiores a los 5.000 metros y con temperaturas por debajo de los 40 grados bajo cero. En estas condiciones, los INSAS se encasquillaban con frecuencia, sus mecanismos se congelaban y sus cargadores, fabricados por una empresa de mobiliario plástico, se rompían con el frío. Un número indeterminado de bajas fue atribuido a las múltiples fallas del fusil.

Pese a sus posteriores modificaciones, este arma siguió siendo considerada como poco fiable y dada a súbitos bloqueos. Como consecuencia de ello, las tropas encargadas de combatir a las guerrillas maoístas en ciertas zonas del país preferían usar AK-47 en sus patrullas.

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