En el estudio, que ha sido publicado en 'Current Biology', participaron 1.100 niños de entre 5 y 12 años procedentes de 14 países. De todos ellos, 280 fueron educados en la tradición cristiana, 510 en la musulmana, 29 en la judaica, 18 en la budista, 5 en la hindú y 3 en la agnóstica. Mientras tanto, 323 niños eran de familias ateas y 6 de los padres no tenían filiación religiosa evidente.
Para determinar el 'grado' de religiosidad de los padres, los investigadores llevaron a cabo una encuesta. En primer lugar, preguntaron a los padres si se adscribían a alguna religión o se consideran ateos. A continuación, los investigadores les aplicaron el Duke University Religion Index (DUREL) para 'medir' la religiosidad, una encuesta que incluye preguntas como: ¿Con qué frecuencia asiste a la iglesia? o ¿Siente usted la presencia de Dios en su vida?
Los investigadores analizaron también el grado de educación de los padres, y en una segunda etapa de la investigación, participaron ya solo los niños de padres cultos cristianos, musulmanes y ateos.
Primero los niños jugaban a un juego en el que podían compartir etiquetas o no compartirlas. Además, los científicos les mostraban imágenes de varias situaciones, incluida, por ejemplo, una pelea, y les pedían que las evaluaran como aceptables o inaceptables.
Tras analizar los resultados, el grupo de científicos concluyó que el entorno religioso influye en el altruismo, pero de una forma que quizá no habían previsto, pues resultó que los hijos de padres creyentes eran más tacaños que los hijos de ateos. Entre los cristianos, musulmanes y ateos los menos bondadosos fueron los musulmanes, siendo también los más crueles.
En este sentido, los hijos de padres religiosos se revelaron mucho menos tolerantes en materia de castigo, explicam científicos.