En su nuevo artículo de opinión para 'El País', el periodista mexicano denuncia el nuevo hallazgo de fosas clandestinas masivas en México, así como la escasa atención de la prensa local a este suceso, aunque "en cualquier otro país el escándalo habría provocado renuncias de funcionarios y golpes de pecho de la clase política".
"No en México. De infamia en infamia seguimos cayendo en el despeñadero de la insensibilidad y la barbarie", lamenta el escritor y se pregunta: "¿Cómo llegamos hasta acá? ¿Cuándo y quién desató a los demonios que ahora andan sueltos?".
El autor del artículo destaca dos de los muchos "padres de esta calamidad", uno de los cuales es "local" y el otro, "foráneo".
Factor 1: "Fin de la dictadura perfecta"
El primero de estos factores es, según Zepeda, "el fin del régimen presidencial en México que operó con relativa eficacia hasta mediados de los años 90" y que fue denominado por Mario Vargas Llosa "la dictadura perfecta".
A juicio de Zepeda, el sistema del partido único "no solo propició estabilidad a lo largo de la mayor parte del siglo pasado, también mantuvo a raya los poderes fácticos, incluyendo los ilegales" y "ahorró golpes militares, controló excesos de millonarios y de políticos (excepto los del mandatario en turno), y mantuvo a los cárteles de la droga en los confines de las zonas de producción y trasiego".
Los millonarios subieron como la espuma en las listas de 'Forbes', los gobernadores se convirtieron en caprichosos sátrapas, los líderes sindicales en soberanos absolutos y los capos de la droga en los caciques de la pradera
No obstante, "la globalización, la complejidad creciente de la sociedad mexicana y las exigencias de una opinión pública" provocaron que el régimen "abriera fisuras para evitar el derrumbamiento de toda la muralla y por allí se coló el cambio", recuerda el escritor, que opina que la derrota del PRI (Partido Revolucionario Institucional) en 2000 "y el ascenso de la alternancia a la presidencia rompieron de cuajo la columna vertebral que organizaba la relación entre las élites".
En vez de intentar fortalecer las instituciones democráticas en el país, los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón "prefirieron ser un remedo de los presidentes priistas", lo cual, según Zepeda, provocó "un enorme vacío de poder que rápidamente fue ocupado por los poderes fácticos".
"Los millonarios subieron como la espuma en las listas de 'Forbes', los gobernadores se convirtieron en caprichosos sátrapas, los líderes sindicales en soberanos absolutos y los capos de la droga en los caciques de la pradera", resume el analista.
Factor 2: Gobierno de Clinton y el precio de la cocaína
El segundo factor, sostiene Zepeda, es "foráneo" y tiene que ver con el Gobierno de Bill Clinton.
"Alarmada por el descenso del precio de la cocaína en los años 90, la Administración de Bill Clinton decidió reorganizar el mercado de la droga y tomó la determinación de erradicar el tráfico por mar y aire, asumiendo que sería más fácil monitorear el ingreso por vía terrestre", revela el escritor.
Esta decisión, prosigue, "bañó en oro a los cárteles mexicanos que a partir de ese momento se hicieron cargo de la cocaína procedente de Sudamérica".
De acuerdo con el periodista, es imposible calcular los ingresos "que el trasiego proporciona al crimen organizado (...) pero es evidente que estos recursos permitieron una capacidad de fuego, organización e incentivos de corrupción superiores a las de una Administración pública debilitada por una transición desafortunada".
Resultado: "Tormenta perfecta"
En conjunto, los dos factores citados "se combinaron para provocar un círculo vicioso; y si añadimos a este panorama la desigualdad, la ausencia del Estado de Derecho y la corrupción endémica entendemos cómo llegamos a la tormenta perfecta que se ha instalado en nuestras vidas", denuncia Zepeda.
"No resulta fácil deshacer tormentas, pero algo ayuda intentar esclarecer la manera en que se forman", concluye.
En la siguiente infografía se puede observar la situación de las desapariciones en México a finales de 2014.