Para estar preparados ante cualquier contingencia, los pilotos rusos siempre llevan encima una brújulas, un espejo de señales, una estación de radio, cerillas impermeables y una pistola automática Stechkin con cuatro cargadores, además de una canana pequeña. Sus asientos, que se eyectan en caso de emergencia y normalmente van equipados con una barca de plástico, incluyen el famoso fusil AK-47 y varios cargadores, para proporcionarles protección mientras esperan a que les rescaten.
Asimismo, para conseguir mayor seguridad y evitar situaciones no deseadas, todos los vuelos de la aviación rusa están protegidos por cazas y otros métodos de defensa antiaérea, como los sistemas antiaéreos S-400 que han entrado recientemente en servicio en territorio sirio, según comunica Anna News.
Finalmente, Rusia ha desplegado al cazabombardero Su-30SM, que posee minas de fragmentación bajo el fuselaje y misiles aire-aire debajo de las alas. Estas aeronaves pueden servir de interceptores, cazabombarderos y aeronaves de seguimiento.
Estas medidas de seguridad forman parte de la reacción del país tras el derribo del avión militar Su-24 por parte de Turquía el pasado 24 de noviembre.