En una nueva promesa de campaña y menos de una semana después de los ataques de San Bernardino, Trump impulsa un "cierre total y completo" de las fronteras estadounidenses para los musulmanes, hasta que el nuevo Gobierno pueda determinar "qué está pasando".
La declaración sorprendió a muchos, por lo que el portal The Hill consultó si este propósito podría incluir a los ciudadanos de EE.UU. que profesan esa religión. La respuesta de la vocera del magnate, Hope Hicks, fue terminante: "A todos".
Según se explicó, esta intención estaría basada en el "odio" que, en su opinión, muchos musulmanes demuestran hacia EE.UU. En ese sentido, Trump recordó una encuesta del Centro para la Política de Seguridad que mostraba que una cuarta parte de los musulmanes que vivían en el país coincidían con que la "violencia contra los americanos en EE.UU. era justificada como parte de la yihad global" y que la mayoría defendía que actuaran bajo la ley de la 'sharia'.
"Es obvio que el odio es algo incomprensible", dijo el precandidato, quien agregó que, hasta que se "determine y entienda el problema y el peligro que representa", el país "no puede ser víctima de ataques horrendos de quienes solo creen en la yihad y no tienen sentido de la razón o respeto por la vida humana".
El asesor de Barack Obama en materia de seguridad, el diputado Ben Rhodes, reaccionó al llamamiento de Trump y calificó sus declaraciones de "completamente contrarias a nuestros valores como estadounidenses". "El respeto a la libertad de religión está consagrado en nuestra Carta de Derechos", dijo a la CNN.
Esta polémica declaración de Trump se produce tras la matanza llevada a cabo en San Bernardino, California, por una pareja supuestamente seguidora del Estado Islámico. En el episodio murieron 14 personas.