Las potencias occidentales y sus aliados de Oriente Próximo han frustrado durante cuatro años cualquier consenso político para poner fin al conflicto en Siria, que se ha cobrado la vida de 250.000 personas y ha desplazado de sus hogares a 11 millones de sirios, dejando en manos de los extremistas grandes territorios, lamenta el escritor y activista político Sam Gerrans.
El plan es destruir Siria
El verdadero objetivo de EE.UU. y sus aliados es destruir Siria, que ha sido un anatema para los autoproclamados árbitros occidentales de la justicia internacional, quienes se atribuyen el derecho de condenar a aquellos que no quieren seguir su línea.
"A este grupo de árbitros autoproclamados no le gusta Siria, que entre otras cosas ha tenido una postura intransigente hacia Israel y contaba con un sistema financiero independiente", asegura Gerrans.
La intervención de Rusia
Todo cambió cuando en octubre de este año intervino Rusia. El operativo antiterrorista lanzado por Moscú en Siria fue como una llave de tuerca para el 'estatu quo' con el que EE.UU. estaba bastante contento, porque hasta entonces se extendía libremente el terrorismo y el caos en el país árabe, sostiene el autor del artículo.
El escritor británico cita al presidente sirio Bashar al Assad, quien recientemente dijo que el Estado Islámico ha dejado de crecer como consecuencia de los ataques de la aviación rusa, mientras que los bombardeos que venía realizando la coalición internacional liderada por Washington no habían hecho sino fortalecer al grupo terrorista.
"Rusia es el único país que realmente tiene como objetivo la eliminación del Estado Islámico. Además es la única nación con un mandato legítimo para operar en Siria bajo el derecho internacional", destaca el activista político.
La verdadera razón de la guerra
Según Gerrans, el Proyecto para un Nuevo Siglo Estadounidense, creado por belicistas neoconservadores durante el gobierno del expresidente George W. Bush, propone la dominación suprema, militar y económica de EE.UU. en el mundo. Para conseguir este objetivo el proyecto sugiere atacar a todos los países señalados como enemigos: Corea del Norte, Irak, Irán, Libia y Siria.
El general estadounidense retirado Wesley Clarke, comandante supremo de la OTAN durante la guerra de Kosovo, pasó a la historia en 2007 al declarar que Washington invadiría siete países en cinco años, comenzando por Irak y acabando con Irán.
"La población de Siria es objeto de bombardeos por parte de EE.UU., Francia y el Reino Unido, pero ninguno de estos países cuenta con el permiso del Gobierno legítimo de Al Assad para realizar esos cometidos, que no son más que un acto de guerra contra la nación a quien afirman querer ayudar", concluyó el escritor.