"El S-400 es muy capaz, y atacarlo, igual que a cualquier sistema de defensa aérea avanzado, está lejos de ser fácil", afirma Tyler Rogoway en un artículo publicado en el portal Jalopnik.
Actualmente, explica el experto, los sistemas integrados de defensa aérea están utilizando cada vez más "un cierto nivel de fusión de sensores", lo que hace que tácticas como el sigilo y la interferencia "sean menos eficaces que cuando se trata de un solo sistema de misil superficie-aire ubicado en un solo lugar geográfico".
"Lo que complica aún más las cosas es que la mayoría de estos sistemas tienen capacidades de muchos diferentes sistemas de sensores y de misiles (por no hablar de aviones de combate y de vigilancia) que se superponen de manera estratificada, y algunos de ellos podrían ser capaces de moverse por la carretera. Estos sistemas pueden emerger en diferentes lugares en diferentes puntos temporales, lo que los hace muy impredecibles", detalla el analista, quien recuerda también que "ni siquiera una aeronave sigilosa es invisible al radar".
"Un complejo cóctel de activos"
Según Rogoway, la idea de algunos expertos militares de que los aviones estadounidenses de guerra electrónica Boeing EA-18G Growler son "un antídoto" a los sistemas S-400 no es del todo cierta.
"Las habilidades únicas de guerra electrónica y de supresión de radar de EE.UU. incluyen el Growler, pero también muchas otras plataformas", destaca el autor del artículo. Sin embargo, contra un sistema tan complejo como el S-400 sería necesario utilizar una gama de diferentes instrumentos de guerra.
"El problema es que en el caso de un enemigo avanzado, usted no lucha contra un solo misil superficie-aire o radar, sino contra una constelación completa de sistemas que incluye los activos aéreos, al igual que el avanzado sistema integrado de defensa aérea que discutimos antes", explica Rogoway, agregando que "en la vida real, el Growler no superará el S-400 por sí solo".
"En otras palabras, se necesita un complejo cóctel de activos de interferencia, vigilancia y ataque, tanto cinéticos como no cinéticos, para afrontar cualquier sistema integrado de defensa aérea avanzado, de los que el S-400 podría ser una parte", opina el investigador para añadir que incluso en este caso, degradar y finalmente destruir la defensa aérea del enemigo sería un proceso "muy largo y metódico".
"Así que, aunque se trate de un sistema de armas increíblemente capaz y crítico, los que dicen que el EA-18G Growler, o cualquier otro sistema individual de armas, es una panacea para los sistemas de defensa aérea modernos, están simplificando mucho una solución compleja para un problema muy complejo", concluye Rogoway.
"Una ecuación con muchas incógnitas"
A su vez, el periodista y experto militar ruso Mijaíl Jodariónok apunta que el arma más temible para los sistemas de misiles antiaéreos es la interferencia. En este sentido, destaca que "EE.UU. es experto en la guerra electrónica", tiene un alto nivel de preparación y una tecnología avanzada para este tipo de guerra.
Un objetivo que no se ha destruido puede ser rematado por Buk o Pantsir
Sin embargo, el experto ruso afirma que no se puede garantizar la supresión del sistema S-400 con aviones tipo Koral o Growler. "Esta es una ecuación con muchas incógnitas: ¿Qué tipo de interferencia? ¿Desde qué distancia? ¿Con qué intensidad? ¿Con qué potencia? ¿Con qué acimut? ¿En qué frecuencias? ¿Con qué medios radioelectrónicos exactamente?", explica el analista.
Asimismo, Jodariónok duda de que haya una "distancia segura" para atacar al sistema ruso. "En primer lugar, el alcance del S-400 es bastante grande, y en segundo lugar, un objetivo que no se ha destruido puede ser rematado por [el sistema de misiles] Buk o Pantsir", afirma el experto militar.
El sistema de defensa aérea más potente e innovador de Rusia, el S-400 Triumf, fue desplegado en la base militar de Jmeimim (Siria) a finales de noviembre en respuesta a la postura agresiva de Turquía, que el 24 de noviembre derribó un bombardero ruso Su-24.