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La legalización de la marihuana divide a Chile: ¿Más reglas o mayor libertad?
Algunas madres se arriesgan a cultivar en sus casas, ya que para ellas poder reducir el sufrimiento de sus hijos enfermos está por encima de la ley.
La sociedad chilena se encuentra dividida entre quienes piensan que la legalización del cannabis sería una forma de evitar el narcotráfico, y quienes opinan que aprobar una norma demasiado laxa ayudaría a aumentar el consumo y a crear una cultura errónea sobre las drogas.
De momento, la alternativa que pisa con paso firme es la de la fabricación de fármacos a base de un tipo de cannabis (la sativa). Los fines terapéuticos de estos productos deberán ser probados y testados antes de entrar en circulación y estar al alcance de una demanda cada vez mayor.
"Hay una serie de consideraciones para decir que la composición es importante. Por ende, el producto farmacéutico que se comercialice en nuestro país, y aprendiendo la experiencia de Europa y otros países, tiene que apuntar a que el componente cuyos efectos terapéuticos estén demostrados sea mayor", opina Alex Figueroa, director del Instituto de Salud Pública de Chile.
Desde la sanidad pública se insta a tomar esta medida con precaución, si bien algunos enfermos ven en la marihuana una solución a sus patologías. Hay quienes van más allá y no esperan la llegada de estos medicamentos sino que incluso se arriesgan a cultivar en sus casas. Es el caso de algunas madres, para las que borrar el sufrimiento de sus hijos está por encima de la ley.
"Hay una organización de madres que se han decidido a cultivar incluso al margen de la ley, que se llama 'Mamá cultiva', porque tienen niños con epilepsia refractaria y ha sido el cannabis medicinal lo único que ha generado finalmente un resultado efectivo en esos niños para poder tener mejores condiciones de vida", explica Karol Cariola, diputada del Partido Comunista de Chile.
La moción aprobada modificó la Ley 20.000 y el Código Sanitario con 68 votos a favor, 39 en contra y 5 abstenciones dando luz verde al auto-cultivo de hasta 6 plantas por domicilio, su consumo con fines terapéuticos, con prescripción médica. y el porte de un máximo de 10 gramos para consumo privado sin autorización previa. Ahora el gobierno pretende reducir de 6 a 1 las plantas y de 10 a 4 gramos la cantidad que se pueda llevar.
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