La suspensión de los lazos diplomáticos con Irán por parte de Arabia Saudita no debe observarse solamente como un conflicto religioso provocado por la ejecución del opositor político chiita Nimr al Nimr, llevada a cabo este sábado por las autoridades Riad, considera el analista internacional Ángel Molina.
"Creo que esto tiene que ver, fundamentalmente, con luchas estratégicas y políticas destinadas a fortalecer ciertos espacios hegemónicos en la región de Oriente Medio. Arabia Saudita no va a permitir que Irán se consolide como una potencia regional después de que los acuerdos alcanzados con Occidente hicieran que Irán se haya convertido en un actor sumamente interesante no solo a nivel político regional, sino en la escena global de inversiones", subrayó el analista.
El futuro desarrollo económico y social de un Irán libre de sanciones pone en profunda tensión a las monarquías del Golfo y a Arabia Saudita, que ven amenazadas sus propias legitimidades. El experto cree que los países que se unen al frente político saudita en el conflicto contra Irán están intentando ocultar el elemento político del conflicto.
Según Molina, las monarquías del Golfo buscan, de esta manera, legitimar sus propios Gobiernos despóticos representando los sucesos que estremecen la región como parte de una lucha religiosa contra un enemigo foráneo. En un futuro próximo, esta estrategia podría unir a la población de los países sunitas contra un supuesto enemigo chiita encarnado por Irán.
"Hay que entender que el asesinato del jeque Al Nimr está dentro de una cadena de sucesos provocados por el Gobierno de Arabia Saudita para atentar las relaciones con Irán. Tenemos que recordar que en abril del año 2015 ciudadanos iraníes denunciaron haber sido abusados sexualmente por autoridades migratorias sauditas", recalcó el experto.
"Sabemos también que durante la estampida que mató a cientos de musulmanes en la última gran peregrinación [a La Meca], la mayor cantidad de muertos fueron iraníes, y las autoridades sauditas nunca pidieron disculpas. Y esta última ejecución del político chiita saudita tiene que ver con el interés de Arabia Saudita de traducir cualquier conflicto político en un conflicto religioso", concluyó.