La 'guerra de las galaxias' se siente en el aire: ¿Por qué todos quieren armas en el espacio?

En los últimos tiempos se suceden noticias contradictorias sobre la militarización del espacio y una presunta nueva 'carrera de armamento'. Mientras los militares estadounidenses exigen un constante aumento de sus presupuestos, ya de por sí los más altos del mundo, evocando la necesidad de imponer un dominio absoluto en el espacio, supuestamente cuestionado por Rusia y China, la recesión económica actual amenaza con 'cortar las alas' a los programas espaciales de todos los países.

Pese a todo, y a tenor de las declaraciones de las autoridades rusas, la defensa espacial es una prioridad absoluta para este país. No en vano, en 2015 Rusia reformó sus fuerzas espaciales, fusionándolas con fuerza aérea y formando de esta manera las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia, buscando de esa forma una mayor eficiencia.

Paralelamente, el espacio también empieza a ser un ámbito prioritario para otros países como la India y Japón, que se encuentran entre los países que invierten más de 1.000 millones de dólares en este sector.

¿Sabía que no existe ninguna norma legal que impida a los Estados colocar armas en la órbita de la Tierra, salvo las nucleares y de destrucción masiva? ¿Acaso debemos preparanos para una guerra espacial?

Los Estados se comportan en este ámbito siguiendo dos sencillas leyes no escritas. Según la primera, quien domina el espacio, domina la Tierra, que hoy en día no puede prescindir de satélites, que ya controlan todas las facetas de la vida. "Si EE.UU. no es el primero en la militarización del espacio, perderá la carrera en el futuro", afirma Peter Kamocsai de Universidad George Washington.

La segunda ley establece que quien primero despliegue sus armas en el espacio lo dominará sin necesidad de competir, ya que, pese al enorme coste de los programas bélicos espaciales, intentar neutralizar armas letales ya desplegadas cuesta aún más. De hecho, un país con armas en órbita será capaz de destruir las armas de otros países incluso antes de su despliegue.

'Satélites asesinos', láseres todopoderosos... ¿Qué son las armas espaciales?

En realidad, son pocas las armas que han sido probadas en el espacio, aunque algunas, como las explosiones nucleares efectuadas por EE.UU. y la URSS, resuenan incluso hoy en día con un eco amenazante. Afortunadamente, las armas nucleares y las armas de destrucción masiva en el espacio quedaron prohibidas, a diferencia de lo que ocurre con otros tipos de armamento cuyo embargo internacional cae en saco roto cada año, debido, entre otras cosas, a la renuencia de EE.UU. en el marco de la ONU.

Debe quedar claro que actualmente en el espacio no hay armas en el sentido literal de la palabra. Es más, la 'carrera armamentística espacial' -desde su inicio por EE.UU. y la URSS en los primeros años de la década de 1960 hasta hoy en día- no ha dejado ninguna víctima.

No obstante, los países siguen desarrollando su armamento espacial y existe bastante material bélico en espacio, sobre todo satélites militares. Aunque no se trate literalmente de 'armas', sin ellos las guerras actuales ya no serían posibles. Además, la trayectoria de vuelo de algunos misiles balísticos surcan el espacio.

Junto con los satélites militares coexisten proyectos ambiciosos de futuras armas espaciales, como láseres destructores o 'lanzas' futuristas de metal fundido desarrolladas por la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA).

El armamento espacial dota a las fuerzas armadas de un país de habilidades indispensables para el dominio global, tanto a nivel teórico como práctico.

Entonces, ¿de qué estamos hablando cuando nos referimos a la militarización del espacio? Existe un debate abierto entre militares, expertos y periodistas acerca de la definición del término 'armamento espacial'. Según la definición militar más estricta, se trataría de dispositivos destructivos ubicados en la órbita del planeta, salvo satélites no destructivos, como los de Inteligencia o comunicación.

Otra definición más común considera que las armas espaciales son armas desplegadas en tierra, agua y aire que pueden alcanzar objetivos en el espacio, o bien armas desplegadas en el espacio que pueden destruir objetivos en la Tierra y en el espacio, incluidos misiles y otros objetos peligrosos que atraviesan el espacio.

Se trata de armas cuya capacidad destructiva se manifiesta tanto a través de energía cinética (proyectiles o aparatos cósmicos 'suicidas', por ejemplo), como de energía dirigida (láseres, radiación electromagnética, sonido, etc.) o, simplemente, de armas convencionales usadas en la Tierra, pero trasladadas al espacio, como las pistolas de los cosmonautas.

Sin embargo, son precisamente los satélites los que se encuentran en el eje de la militarización del espacio, pues apoyan el funcionamiento de las fuerzas armadas convencionales (terrestres, aéreas y marítimas), así como de los misiles balísticos y sistemas terrestres de defensa aérea.

Sin satélites ya no sería posible, por ejemplo, la navegación ni la meteorología, algo que, en cierto sentido, 'borra' la frontera entre satélites civiles y militares, pues tanto soldados como civiles usan, por ejemplo, el sistema GPS y todos queremos saber el pronóstico del tiempo. Rusia y EE.UU. ya tienen sus propios sistemas de navegación por satélite (GLONASS y GPS), mientras que China y la UE los están desarrollando.

En general los satélites son indispensables, entre otras muchas cosas, para tareas tan dispares como:

Además de hacer posible el funcionamiento de otras armas, los satélites pueden ser armas en sí mismos. Sin embargo, aunque tengan estos satélites en órbita, los países no lo reconocen.

Según datos no oficiales, Rusia ha lanzado desde 2013 alrededor de 20 satélites militares, entre ellos:

Varios medios internacionales especulan con la posibilidad de que Rusia haya lanzado en secreto satélites 'asesinos', como el Kosmos-2499 y el Kosmos-2504, que habrían realizaron maniobras sospechosas en 2014 y 2015, acercándose peligrosamente a otros objetos en espacio. Sin embargo, esta información no ha sido confirmada oficialmente ni tampoco se han presentado pruebas fehacientes. 

En teoría, los satélites robóticos 'asesinos' pueden realizar varios trabajos, desde examinar a otros objetos, hasta dañarlos. Según James Oberg, exingeniero de la NASA, a corta distancia los satélites enemigos pueden tomar fotos del equipamiento secreto de otros satélites, interceptar sus señales y comunicación, e incluso lanzar un ciberataque contra ellos, disparándoles o dañándolos con alguna herramienta, como manos robóticas.

Los satélites 'suicidas' incluso pueden destruir otros objetos impactando contra ellos.

Rusia mantiene en secreto su programa de satélites Kosmos, pero incluso en el caso de que, en realidad, se tratara de satélites 'asesinos', no fue Rusia el país que los estrenó en el espacio, recuerda Ígor Lísov, columnista de la revista 'Novosti Kosmonávtiki', citado por 'The Moscow Times'. Según él, este tipo de satélites fueron probados por Reino Unido en 2000 y luego por EE.UU., al menos en dos ocasiones.

Los expertos también se muestran desconcertados por satélites secretos chinos como el Shiyan-7 (SY-7), lanzado en 2013, que, según la NASA, consta de un brazo manipulador para capturar otros objetos espaciales y que podría, por ejemplo, arrancar los paneles solares de otros satélites.

Este tipo de satélites no son la única arma espacial que prueban los Estados en secreto. De hecho, China y EE.UU. demostraron su capacidad para destruir objetivos en el espacio con sus sistemas de misiles en 2007 y 2008, respectivamente. La India también busca desarrollar esta capacidad.

En el marco del proyecto de las estaciones espaciales Almaz, la URSS lanzó tres estaciones militares pilotadas. Una de ellas, la Salyut 3, llegó a disparar un cañón automático, el 25 de enero de 1975, un caso único en historia de las armas espaciales.

El 11 de enero del 2007, en una maniobra envuelta en absoluto secretismo, China destruyó su satélite meteorológico obsoleto Fengyun (FY-1C) a una altura de 865 kilómetros con un proyectil cinético lanzado por un misil desde un cosmódromo. Al parecer repitió la prueba con un proyectil similar en 2014.

Aquella fue la primera vez que un satélite era destruido por un arma después de que el 13 de septiembre de 1985 un caza F-17 estadounidense destruyera el satélite militar degradado Solwind (P78-1), con un misil ASM-135 ASAT. EE.UU. calcula que la prueba china dejó en órbita 2.317 piezas grandes de basura, es decir mayores que una pelota del golf, más que cualquier otro fenómeno parecido.

En 2006 EE.UU. lanzó el satélite de reconocimiento secreto USA-193, que dejó de funcionar poco después. El 21 de febrero de 2008 EE.UU. disparó desde el buque de Guerra USS Lake Erie un misil modificado SM-3 que destruyó el satélite, algo que en el contexto de una prueba similar realizada por China un año antes, fue interpretado como 'carrera armamentista espacial'.

EE.UU. estaría perdiendo esta carrera espacial ante Rusia y China. Al menos, esa es la conclusión que puede extraerse de las palabras del subsecretario de Defensa para Adquisiciones, Tecnología y Logística, Frank Kendall, y del subsecretario de Defensa de EE.UU., Bob Work.

El primero afirmó el pasado mes de marzo que la posición tecnológica de EE.UU. en el espacio era "muy mala" debido a los avances rusos y chinos en sistemas antisatélite. Ese mismo día Work agregó que EE.UU. "realiza inversiones crónicamente insuficientes en nuevas armas y capacidades", debido sobre todo a las restricciones impuestas por el Congreso de este país, lo que -dijo- amenaza la "superioridad tecnológica" de EE.UU.

No obstante, varios expertos coinciden en que el cruce de palabras de los funcionarios responde más a las 'guerras presupuestarias' dentro de EE.UU., especialmente durante los recortes aplicados por actual presidencia, que a la presunta amenaza rusa o china.

EE.UU. sigue contando con el mayor presupuesto espacial del mundo, comparable incluso con el presupuesto espacial de todos los demás países juntos. Obviamente, la mayor parte de estos fondos va destinada a la NASA y a sus programas 'civiles', pero, como ya se ha dicho anteriormente, en el espacio la frontera entre lo civil y lo militar a menudo desaparece, por ejemplo, cuando hablamos de sistemas de navegación.

Para 2016 las fuerzas aéreas de EE.UU. exigieron una financiación de 1.200 millones de dólares solo para el desarrollo de sus programas espaciales, según Defense News, así como 5.000 millones más para programas espaciales en los próximos cinco años, de los que la mitad irían destinados a programas clasificados.

En 2014 EE.UU. gastó 34.700 millones de dólares en sus programas espaciales, tanto de carácter militar administrados por las fuerza aérea, como civiles a cargo de la NASA.

Según un informe independiente publicado en 2015, Rusia y EE.UU. sumaban juntos el 65% de toda la inversión mundial en el espacio. En los cinco años anteriores Rusia había aumentado los gastos de su programa espacial en un 11% anual, lo que se ha visto perjudicado en los últimos dos años por el desplome del rublo.

Los astronómicos gastos en el espacio derivan del alto coste de la puesta en órbita de los objetos y de los propios aparatos espaciales. No en vano, algunos satélites sofisticados superan los mil millones de dólares de coste, mientras que el precio de lanzamiento ronda los 20.000 de dólares por kilógramo.

En este sentido, solo pueden desarrollar programas espaciales aquellos países que capaces de soportar los tremendos gastos que estas actividades acarrean a largo plazo, como EE.UU., Rusia, China, y algunos otros países que ahora tratan de 'alcanzarlos'.

Además de su altísimo coste, los ingenios espaciales que órbitan la Tierra cuentan con desventajas importantes en comparación con los armamentos convencionales terrestres, marítimos y aéreos, si bien en algunos aspectos están 'por encima' de cualquier arma, explica Piotr Topichkánov en el estudio 'El espacio ultraterrestre: Armas, Diplomacia y Seguridad' de la división de Moscú del Fondo Carnegie para la Paz Internacional.

La primera desventaja reside en el 'coeficiente de ausencia'. Los aparatos espaciales giran alrededor de la Tierra (salvo los que están en una órbita geosíncrona), por lo que la mayor parte del tiempo cada punto fijo en la superficie del planeta está fuera del alcance de un aparato. Cuanto más alta es la órbita del aparato tanto menos es el 'coeficiente de ausencia', pero tanto más combustible o energía necesita el aparato para alcanzar su objetivo en la Tierra.

Sin embargo, a diferencia de las fuerzas militares convencionales, los aparatos espaciales son autónomos, en el sentido de que no necesitan abastecimiento de combustible y lubricantes. De hecho, lo único que requieren son órdenes y comunicación.

Otra desventaja de los aparatos espaciales es que son casi imposibles para esconder o de camuflar. Los Estados clasifican la información sobre sus equipamientos y funciones, pero no pueden ocultar la órbita que sobrevuelan y apenas pueden mantener en secreto su lanzamiento. La única excepción reside en el hecho de que, de vez en cuando, pueden hacer pasar un satélite militar por uno civil, explica el experto.

En las operaciones militares de las fuerzas convencionales resulta indispensable tener en cuenta las características del relieve, algo que a los aparatos espaciales no les afecta, con excepción de las nubes en la atmósfera, que impiden recolección de datos de Inteligencia por medio de la toma de fotos.

Sin embargo, en el espacio existen otras particularidades y peligros, como la gravitación, la radiación, la atmósfera, las radiointerferencias y la basura espacial, entre otras. El satélite ruso Kosmos 2251 y el estadounidense Iridium 33 colisionaron en el espacio el 10 de febrero de 2009.

Como se ha dicho, el mayor inconveniente radica en el alto coste de lanzamiento, lo que limita la cantidad de carga útil que pueden portar los cohetes. Actualmente, el porcentaje de la carga útil (como proyectiles, por ejemplo) de un aparato espacial puede ser del 2-3% en órbitas bajas y de menos del 1% en la órbitas altas, calcula Topichkánov.

En teoría, los proyectiles desplegados en el espacio podrían alcanzar sus objetivos en cualquier parte de la Tierra en cuestión de pocos minutos, no requiriendo de la media hora larga que tardan los misiles balísticos lanzados desde tierra, si bien en la actualidad el peso de tales proyectiles, mucho mayor que el peso de los satélites, elevaría el coste de lanzamiento de los aparatos espaciales a niveles estratosféricos.

La URSS logró llevar a cabo el proyecto del Sistema del Bombardeo Parcialmente Orbital (SBPO), que permitía poner misiles en órbita y luego hacerlos volver a la Tierra para destruir objetivos. El alcance de estos cohetes no tenía límite.

El sistema diseñado para portar ojivas militares fue desplegado en 1968, pero el mismo año el Tratado sobre el espacio ultraterrestre prohibió las armas nucleares en el espacio. La URSS retiró el sistema en 1983, al entrar en vigor el segundo tratado sobre limitación de armas estratégicas SALT II, que vetó el envío de ojivas militares al espacio y, en concreto, el SBPO.

¿Qué normas legales nos protegen de las guerras espaciales?

Antes de que fuera firmado en 1967 el Tratado sobre el espacio ultraterrestre, EE.UU. y la URSS pudieron llevar a cabo varias pruebas nucleares, tanto exitosas como fallidas, consistentes en el lanzamiento y detonación de bombas nucleares a una altura de entre 100 kilómetros (una de las definiciones del límite inferior del cosmos) y 800 kilómetros. En 1958 tuvo lugar la Operación Argus (EE.UU.), en 1961 el Proyecto K (URSS) y en 1962 el Proyecto K (URSS) y los Starfish y Checkmate en EE.UU. Washington llegó incluso a planear una prueba nuclear en la Luna en el marco del Proyecto A119.

Sin embargo, la firma del tratado, y después la del tratado SALT II lograron detener el desarrollo de las armas nucleares y las de destrucción masiva en el espacio, si bien las armas convencionales, por ejemplo las cinéticas, como la que usó China para destruir su satélite en 2007 dejando innumerables fragmentos de basura espacial en órbita, aún siguen estando permitidas, pese a que varias iniciativas buscan lo contrario.

En 2007 la Asamblea General de la ONU votó a favor del proyecto del tratado sobre la prevención de una carrera armamentística en el espacio exterior (PAROS por sus siglas en inglés), pero Israel se abstuvo y EE.UU. votó en contra.

En 2008 China y Rusia presentaron ante la ONU el Proyecto del tratado sobre prevención de colocación de armas en el espacio exterior, uso de fuerza o amenaza de uso de la fuerza contra objetos espaciales, conocido como PPWT, pero EE.UU. se opuso también a esta propuesta. En 2014 Rusia y China propusieron de nuevo en vano un proyecto actualizado del PPWT.

Cada año la Asamblea General de la ONU aprueba la resolución sobre Medidas de transparencia y fomento de la confianza en las actividades relativas al espacio ultraterrestre (TCBM) y sobre la cooperación internacional para la utilización del espacio ultraterrestre con fines pacíficos. Sin embargo, las resoluciones de la Asamblea General de la ONU no son de aplicación obligatoria.

El año pasado 129 países votaron a favor de la resolución denominada 'Compromiso de no ser el primero en emplazar armas en el espacio ultraterrestre', también propuesta por Rusia junto con China, Brasil y 38 otros países en el marco de la Asamblea General de la ONU. No obstante, Georgia, Ucrania y EE.UU. votaron en contra y más de 40 naciones (incluyendo todos los países de la UE) se abstuvieron. Un año antes la Asamblea General también apoyó dicha propuesta, pero los mismos Estados e Israel la rechazaron.

Cabe destacar que Rusia se comprometió unilateralmente a no colocar armas en el espacio en 2004, siguiendo después sus pasos Argentina, Armenia, Bielorrusia, Brasil, Cuba, Indonesia, Kazajstán, Kirguistán, Sri Lanka, Tayikistán y Venezuela. En cambio, EE.UU. "durante varios años intenta a bloquear" los esfuerzos internacionales en contra de la carrera armamentista en espacio, se lamentó la cancillería rusa en relación al voto en contra estadounidense.

Por su parte, EE.UU. explica que apoya la iniciativa de la resolución TCBM, aunque en lo referente al compromiso de no ser el primero en emplazar armas en el espacio ultraterrestre no existe "entendimiento mutuo" en relación al término "armas en espacio ultraterrestre". EE.UU. también argumenta que no se puede confirmar el compromiso político de no ser el primer Estado con armas en espacio, y que la iniciativa rusa se centra solo en armas basadas en espacio y no en el armamento antisatélite basado en la Tierra.

EE.UU. mantiene históricamente una posición agresiva en cuanto a su dominio en el espacio. Este país fue el primero en probar allí sus armas nucleares, y poco después de que estas pruebas quedaran prohibidas emprendió trabajos ambiciosos sobre la Iniciativa de Defensa Estratégica, apodada 'Star Wars' que fue anunciada por el presidente estadounidense Ronald Reagan el 23 de marzo del 1983. No obstante, EE.UU. fue consciente desde el principio de la complejidad de esta tarea, advirtiendo el propio Reagan que el programa no podría concretarse en el transcurso del siglo XX.

Cuando la 'Guerra Fría' tocó a su fin, EE.UU. empezó a actuar de manera "arrogante", debido a la ausencia de un rival poderoso y gracias al presupuesto militar más grande del mundo, opina el experto Vladímir Dvorkin, del Fondo Carnegie. Según él, Washington dejó de respetar sus propios compromisos, como ocurrió con la Declaración sobre colaboración estratégica firmada por Rusia y EE.UU. en 2002, que presuponía la colaboración en materia de la defensa antimisil y en materia de armamento en el espacio.

Durante la presidencia de Bill Clinton, EE.UU. calmó un poco los ánimos de la 'carrera espacial', reanudándola, no obstante, a partir de 2001. En enero de ese año el Congreso de EE.UU. recomendó al país "mantener la habilidad de desplegar armas en el espacio" y estableció tareas que se pueden cumplir con ayuda de armamento espacial, como impedir a rivales usar el espacio y herramientas espaciales, algo que solo se puede lograr destruyendo o dañando los armamentos espaciales de otros países, recuerda Dvórkin.

Dicha tarea fue confirmada en 2006, en el marco de la nueva estrategia nacional sobre el espacio. Dos años antes, en 2004, EE.UU. creó el 76º Escuadrón de Control Espacial basado en Peterson en el Estado de Colorado, capaz de dañar o destruir satélites internacionales.

EE.UU. lleva a cabo varios proyectos ambiciosos como ANGELS (Experimento de navegación y orientación automatizada para el espacio local), que arrancó en 2005 y fue desclasificado en 2014. En el marco del experimento, EE.UU. desarrolló microaparatos espaciales autónomos con capacidad de detección e inspección de otros objetos en el espacio que, según expertos, pueden vigilar unos 600 satélites en órbita geosíncrona, e incluso afectar aparatos rivales, por ejemplo dispersando tinta para cegar sus equipos ópticos. EE.UU. lanzó al espacio dos satélites GSSAP en 2014 y planea lanzar dos más en 2016.

Tras la caída de la URSS los militares de EE.UU. no se impusieron límites de gasto en lo que se refiere a modernas tecnologías espaciales, dando rienda suelta a declaraciones agresivas que antes no se permitían hacer, incluso en el contexto de la 'Star Wars' de Ronald Reagan, opina Dvórkin.

"La dominación de espectro completo" de EE.UU. gracias a la "superioridad" en espacio, tierra, mar, y aire es el objetivo declarado en el plan de desarrollo estratégico hasta 2020 del Comando Espacial de EE.UU. (que actualmente pasó a ser el Mando Espacial de la Fuerza Aérea). El plan busca establecer "el control sobre el espacio", lo que incluye la capacidad de EE.UU. de privar a otros Estados del "uso del espacio" en caso de que sea necesario.

En junio de 2015 la secretaria de la Fuerza Aérea de EE.UU., Deborah Lee James, explicó que EE.UU. tiene que aumentar los gastos en armamento espacial para "defender" sus satélites de Rusia y China, ya que el país debe prepararse ante "la posibilidad de que algún día un conflicto pueda extenderse de la Tierra al espacio".

En cualquier caso, EE.UU. ocupa, sin duda, un papel preponderante en cuanto a militarización del espacio, lo que no quiere decir que los demás países se estén quedando atrás.

A diferencia de lo que ocurre en Rusia o China, en EE.UU. las diferentes entidades del Gobierno tienden a entablar un debate por la financiación para recibir el apoyo del Congreso. Es por ello que, pese a la gran cantidad de programas clasificados, los militares estadounidenses revelan a menudo datos sobre su programas para poder demostrar su eficacia y seguir recibiendo fondos.

Rusia y China, en cambio, prefieren guardar secreto en lo que rodea a las armas espaciales.

En el siglo XXI, si bien hay países que no tienen Ejército, resulta que no existe ninguna norma legal que les impida colocar armas en la órbita de la Tierra, con la excepción de las armas nucleares y las de destrucción masiva. Aunque hace 50 años las superpotencias lograron ponerse de acuerdo para poner fin a la carrera nuclear en el espacio por el bien de la humanidad, desde entonces no han podido impedir la carrera armamentística espacial.

Pese a que en la actualidad estamos tan lejos de las armas espaciales como las de las películas de ficción, si no se prohíbe su uso a escala internacional resultará imposible hacer que los países cejen en su empeño de hacerlas algún día realidad. 

En la elaboración de este artículo se han utilizado los archivos multimedia de RT, Reuters, Sputnik, freepik.com.