"Una cadena de guerras de drogas está estrangulando a América Latina y el Caribe, empapándolos de sangre. Y el primer eslabón está en EE.UU.", escribe el periodista británico Ioan Grillo en su artículo publicado por 'The Independent'.
Para investigar el tema, Grillo, autor de dos libros dedicados al narcotráfico en América Latina, se ha reunido con un traficante de EE.UU. que ha pasado cuatro décadas suministrando drogas de gángsteres mexicanos a todos los rincones de EE.UU. Robert, de unos sesenta años, es un neoyorquino blanco con estudios universitarios, aunque actualmente vive en México.
Son solo negocios. Deberían haber legalizado muchas de estas drogas hace mucho tiempo
Su historia comenzó en 1968, cuando fue a estudiar a la universidad en Nuevo México. Allí conoció a su compañero de cuarto de la ciudad de El Paso, Texas, que tenía un primo en Ciudad Juárez, separada de El Paso por el río Bravo. Su compañero de cuarto le dijo a Robert que podía comprar marihuana de su primo a 40 dólares por kilo. Fue entonces cuando se le ocurrió la idea de hacer negocio, ya que sabía que en Nueva York la misma cantidad costaba 300 dólares.
Sin embargo, el lucrativo negocio de Robert chocó contra una pared a finales de los 70, cuando fue arrestado y acabó cumpliendo casi una década en la cárcel. No obstante, cuando salió de la prisión, volvió al negocio comerciando marihuana y cocaína con una nueva generación de traficantes mexicanos. Al principio, sus socios mexicanos no eran más que "un puñado de productores y contrabandistas que ganaban una miseria". Con el tiempo, las redes de narcotráfico se convirtieron en una industria valorada en miles de millones de dólares que se despliega desde México hasta Brasil.
Entre 2000 y 2010, el número de asesinatos aumentó un 11 por ciento en América Latina y el Caribe, mientras que cayó en la mayor parte del mundo. Durante esa década, más de un millón de personas fueron asesinadas en la región. "Es un holocausto impulsado por la cocaína", denuncia el autor.
"En los viejos tiempos, no era nada parecido. Solo eran contrabandistas. Ahora viven a costa de sus comunidades. Se han vuelto demasiado poderosos. Y muchos de los jóvenes que trabajan para ellos son unos asesinos locos intoxicados por la metanfetamina. No puedes trabajar con esa gente", cuenta Robert. Cuando Grillo le pregunta si se siente culpable por haber fomentado estas organizaciones con dinero año tras año, Robert responde: "Son solo negocios. Deberían haber legalizado muchas de estas drogas hace mucho tiempo".