El Estado Islámico acaba de sufrir su peor derrota en más de dos años, pero ni el presidente de EE.UU., Barack Obama, ni el primer ministro de Reino Unido, David Cameron, han dicho una sola palabra al respecto, escribe Robert Fisk, corresponsal del diario británico 'Independent'.
"Menos de una semana después de que las almas perdidas del 'Califato Islámico' destruyeran las vidas de más de 30 inocentes en Bruselas, deberíamos de estar aplaudiendo el fracaso más aplastante en la historia del EI", la perdida de la ciudad de Palmira, declarada patrimonio cultural de la humanidad por Unesco. Sin embargo, Cameron y Obama "se quedaron tan callados como la tumba a la que el EI envió a tantas de sus víctimas", escribe Fisk.
Fueron el Ejército sirio, Hezbolá y los iraníes, apoyados por bombardeos rusos, los que "echaron a los asesinos del EI de Palmira", mientras EE.UU. afirma que lanzó solo dos ataques aéreos en contra del EI cerca de Palmira en los días previos a su recuperación. Según el periodista, esta actitud "dice todo lo que se necesitaba saber sobre la 'guerra contra el terror' de EE.UU.: quiso destruir al EI, pero tampoco tanto".
"¿No se supone que nosotros tenemos que combatir al EI? Olvídenlo, esa es tarea de [el presidente ruso Vladímir] Putin", concluye.