Han pasado 13 años desde que el 9 de abril de 2003 las tropas estadounidenses se hicieran con el control de la capital de Irak, Bagdad. Uno de los objetivos principales de la invasión, que tuvo como consecuencia el derrocamiento de Sadam Husein, fue la lucha contra el grupo terrorista Al Qaeda, apoyado, según las autoridades estadounidenses, por el Gobierno iraquí. Otros de los argumentos que se airearon para justificar la invasión fue la supuesta existencia de armas de destrucción masiva, así como la lucha por la democracia.
Más tarde, se supo que en Irak no actuaba Al Qaeda. Sin embargo, tras la caída de Sadam Husein, según distintas estimaciones, el número de atentados aumentó siete veces tan solo en los primeros tres años, siendo Al Qaeda el grupo que se responsabilizó de los más sangrientos. De la misma manera, tampoco se descubrieron armas de destrucción masiva, aunque antes de la intervención EE.UU. aseguraba que Irak tenía armas nucleares y arsenales de armas químicas.
Lo que definitivamente se intentaba con esa maniobra militar era hacerse con la riqueza del país
Estado fallido
Trece años después, el país es el octavo más corrupto a nivel mundial, según los datos de la ONG Transparencia Internacional. Los datos socioeconómicos, publicados por la organización Fund For Peace en su Índice de estados frágiles, permiten llegar a la conclusión de que Irak es un Estado fallido.
No obstante, poco importan las cifras para quienes conviven a diario con la falta de alimentos y de vivienda, la inseguridad y el terrorismo, las enfermedades y la muerte, las señas de identidad de Irak posterior a la ocupación estadounidense.
EE.UU., "motor de los procesos políticos en Irak"
"La presencia de Estados Unidos aún es patente. Pese a la salida del Ejército, ahora actúa como el motor de los procesos políticos en Irak", comenta Daham Alazawi, de la Comisión Independiente de Derechos Humanos iraquí. "La gente tiene miedo a hablar, lo que dificulta investigar", se lamenta Alazawi. Según él, diferentes organizaciones internacionales e iraquíes han registrado "miles de violaciones a los Derechos Humanos" durante la ocupación estadounidense.
Los crímenes de guerra durante la ocupación son reiterados. Documentos como, por ejemplo, los Registros de la Guerra de Irak, filtrados por Wikileaks en 2010, evidencian torturas y ejecuciones por parte de la policía iraquí, mientras que decenas de civiles muertos quedan eclipsados por las cifras oficiales.
Niños con malformaciones
La batalla de Faluya en 2004 fue decisiva. Decisiva para el destino de los niños nacidos tras aquel ataque, pues cada vez se registran más casos de muertes, de cáncer y de malformaciones congénitas. "Mientras estuve en Irak recibí muchas denuncias de personas que habían sufrido los efectos de las armas químicas. Surgió una gran cantidad de enfermedades que antes no existían: niños muertos con malformaciones, minusválidos", comenta Taher Boumedra, exjefe de la Oficina de derechos humanos de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas para Irak (UNAMI, por sus siglas en inglés).
Los doctores atribuyen el aumento de casos al fósforo blanco y al uranio empobrecido que habrían usado las tropas estadounidenses durante los bombardeos. Pero Faluya no es la única localidad.
"En Basra, en el sur de Irak, la cantidad de casos cancerígenos aumentó en 17 veces en comparación con los datos de 1991", dice Souad Al Azzawi, profesora de ingeniería del medio ambiente. "Investigadores independientes comprobaron que en el pelo de las madres de niños nacidos muertos o con malformaciones había restos de uranio. Aunque Estados Unidos niegue el uso de uranio durante la guerra, estas mujeres tenían uranio en sus cuerpos", añade.
Daño al medio ambiente
La guerra destruyó las vidas de las personas, la infraestructura del país, pero también la flora y la fauna de Irak. Cada bomba genera un daño irreversible al ecosistema, no solo por su impacto en el suelo, sino también por las emanaciones tóxicas tras las explosiones de fábricas y de pozos petrolíferos.
"Se ha demostrado que las tormentas en los desiertos han aumentado en las últimas décadas a raíz del daño de los bombardeos en la flora", dice Al Azzawi. "Estos mismos vientos han ayudado a expandir los elementos radioactivos en un área que sobrepasa el territorio de Irak", advierte.
En busca de la verdad
Generaciones perdidas sin que se haya condenado a los culpables. Las autoridades iraquíes se han vendido a la corrupción y los familiares de las víctimas quedan impotentes en su lucha por saber la verdad. "Entregamos toda la documentación a la Organización Mundial de la Salud, teniendo en cuenta que ellos podrían investigar. Pero la OMS me respondió que no tienen posibilidad de hacerlo, que ello escapaba a sus funciones, a su jurisdicción", dice Boumedra.
"EE.UU. quería hacerse con la riqueza del país"
En relación al legado dejado por la coalición en Irak, el analista internacional Chente Recondo opina que resulta obvio que los países occidentales no trataban de imponer libertades o valores democráticos, sino que pretendían hacerse con los recursos naturales de la nación e implantar un líder en sintonía con los intereses de esos gobiernos.
"En ningún momento han intentado exportar un sistema democrático", señala Recondo. "Los intereses que había detrás de la invasión de Irak en ningún momento eran la defensa de las libertades, la promulgación de nuevas leyes o la búsqueda de un sistema más justo", añade. "Lo que, definitivamente, se intentaba con esa maniobra militar era hacerse con la riqueza del país e intentar colocar al mando a unos dirigentes que estuvieran en sintonía con estos intereses de las potencias extranjeras", afirma el analista.