La planta nuclear japonesa de Fukushima, dañada en el año 2011 por el tsunami que devastó al país, se está quedando sin espacio para almacenar enormes cantidades de agua radiactiva, informa el periódico 'The Telegraph'. De acuerdo con el diario, alrededor de 300 toneladas de agua deben ser bombeadas a la central cada día para mantener sus reactores fríos. El líquido que se está almacenando en miles de tanques, por su parte, contiene tritio, una sustancia peligrosa para la salud.
Los científicos explican que el tritio puede ser retirado del agua en laboratorios, pero tal esfuerzo sería absurdamente caro, por lo que no encuentran otro remedio que verter toneladas de basura nuclear al océano.
A pesar de las persuasiones de los especialistas, de que los riesgos de tal iniciativa son mínimos y la cantidad de tritio que se liberará en el agua representaría una gota en un cubo, en comparación con el tamaño del océano, muchos japoneses están comprensiblemente asustados y molestos. Así, por ejemplo, los pescadores de la nación se oponen firmemente al plan, por temor a que la liberación del agua radiactiva pueda devastar las poblaciones de peces locales.
Mientras tanto, los especialistas señalan que el efecto del tritio liberado en la salud humana es más importante que el suministro de pescado, ya que la sustancia, que va directamente a los tejidos blandos y órganos del cuerpo, podría aumentar el riesgo de cáncer y otras enfermedades.
No obstante, el Gobierno japonés ha estado tratando de minimizar el riesgo de cara al público. El secretario del Parlamento de Japón, incluso bebió un vaso de agua contaminada tomada de un charco en el interior de los reactores frente a las cámaras de los canales locales de televisión.