La organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW) ha hecho un llamamiento a Turquía para que deje de disparar contra civiles sirios que huyen del Estado Islámico y les permita cruzar la frontera turca.
"Mientras la población civil huye de los combatientes del Estado Islámico, Turquía está respondiendo con fuego real en lugar de con compasión", ha denunciado en un comunicado Gerry Simpson, investigador principal sobre refugiados de HRW.
El intento de Turquía de crear la denominada zona de seguridad es una terrible broma para los civiles escondidos bajo tierra y desesperados por escapar de Siria
"Todo el mundo está hablando de la lucha contra el Estado Islámico, y sin embargo las personas con mayor riesgo de convertirse en víctimas de sus abusos aberrantes están atrapadas en el lado equivocado de un muro de hormigón", ha agregado.
La organización de derechos humanos ha destacado que la frontera de Turquía permanece "firmemente cerrada" un año después de que las autoridades turcas comenzaran a rechazar a todos los sirios excepto los heridos más graves.
"La frontera cerrada de Turquía está obligando a hombres, mujeres y niños sirios a cavar zanjas y esconderse para escapar de los horrores de la guerra", ha lamentado Simpson agregando que "el intento de Turquía de crear la denominada zona de seguridad es una terrible broma para los civiles escondidos bajo tierra y desesperados por escapar de Siria".
Refugiados sirios: "Tenemos miedo, pero ¿adónde podemos ir?"
El jueves, HRW habló con unos desplazados sirios cuyos campamentos habían sido tomados por el EI o que estaban cerca de la cambiante línea de frente del grupo terrorista. Todos ellos dijeron que querían llegar a Turquía, pero no podían debido a que la frontera está cerrada.
Algunos de ellos tuvieron que quedarse en los campos, amenazados por el grupo terrorista, mientras que otros regresaron a sus aldeas cercanas a pesar de que siguen siendo inseguras.
El jefe del campo de Ikdah, en la frontera con Turquía, relató que el Estado Islámico tomó el control del campamento, que albergaba un poco menos de 10.000 personas, el 14 de abril. Los militantes dispararon al aire y obligaron a los residentes a salir del refugio.
"Nos dijeron que no teníamos nada que temer y que todos debíamos ir hacia el este, al territorio del Estado Islámico. Dejamos el campamento, pero nos dirigimos hacia el norte a través de los olivares hacia la frontera turca", contó a HRW un residente del campo, quien agregó que eran unas 2.000 personas.
Se supone que la frontera es un refugio, pero es una barrera para hacernos volver al infierno
"Cuando nos acercamos al muro fronterizo vimos a soldados turcos en una colina detrás del muro y simplemente comenzaron a disparar contra nosotros. Dispararon a nuestros pies y todo el mundo dio la vuelta y corrió en todas direcciones", detalló el hombre, que llevó a su familia a otro campamento de desplazados cercano, llamado Al Rayan. "Tenemos miedo ahora porque el Estado Islámico está cerca de este campamento también. Pero ¿adónde podemos ir?", concluyó.
La vuelta al infierno
Una nueva ola de refugiados ha huido del norte de Siria hacia la frontera con Turquía después de que el Estado Islámico abriera el fuego en comunidades que los habían albergado. Tres personas murieron y miles más fueron desarraigadas, según informó 'The Guardian' este jueves.
"Se supone que la frontera es un refugio, pero es una barrera para hacernos volver al infierno", dijo a este periódico Abdul Azim Rizk, que huyó del campo de Ikdah. "Lo único que queremos es salir de aquí", agregó.
A su vez, el secretario de la Federación Musulmana de España, Yusuf Fernández, señalo a RT que Ankara utiliza a los refugiados como un arma para obtener dinero y concesiones políticas de la Unión Europea.