Hace un siglo, la tranquilidad de la isla de Martinica fue interrumpida violentamente por una gran erupción volcánica que se desplazó por las estribaciones del monte Pelée, acabando con una ciudad y matando a miles de personas.
La vida para los habitantes del pueblo de Saint Pierre cambió en un instante en esta isla de las Antillas Menores, controlada por Francia, después de que un volcán desató un infierno el 8 de mayo de 1902.
De acuerdo con científicos del Institut de Physique du Globe de París, una intensa acumulación de gases volcánicos en la montaña caribeña causó una "violenta explosión" alrededor de las 8 de la mañana, cuando los residentes se preparaban para empezar a trabajar.
1902 photographs of the city of St. Pierre before and after the eruption of Mount Pelée, seen in background pic.twitter.com/J7l5roIVXs— David Bressan (@David_Bressan) May 4, 2016
El instituto cita estudios del geólogo francés Alfred Lacroix, quien visitó la zona en los años posteriores tras un aumento en la actividad volcánica en la isla.
La erupción de 1902 lanzó un río negro de roca fundida y gases que descendía por la empinada ladera del volcán de unos 1.397 metros, arrasando la ciudad de Saint Pierre en "menos de un minuto".
Se estima que el flujo piroclástico, una mezcla de gases volcánicos y materiales sólidos calientes y aire atrapado, que se mueve a nivel del suelo, alcanzó una altura de casi 200 metros, causando muchas de las muertes como resultado de asfixia por las densas nubes de cenizas volcánicas.
Si bien se cree que el número de muertos oscila entre 28.000 y más de 30.000 personas, la tragedia del Monte Pelée se puede catalogar como la erupción más mortal del siglo XX.
Un paisaje desolador
Las desgarradoras fotos de la época, archivadas en la Biblioteca del Congreso de EE.UU., detallan la muerte y destrucción que azotó la ciudad costera hace 114 años.
En las imágenes en blanco y negro, los restos de ceniza de Saint Pierre se pueden ver entre el paisaje quemado del norte de Martinica.
Estas instantáneas describen un paisaje desolado, marcado por los troncos de árboles retorcidos y plagada de escombros de los edificios derrumbados.
Una de las fotografías, que data del 30 de agosto de 1902, parece capturar el comienzo de una nueva erupción en la isla, y lleva un pie de foto que describe al volcán como "un demonio destructor que anda suelto".