En muchos lugares del mundo las medusas dan asco o incluso miedo por el doloroso escozor que producen. Pero no en China, donde son consideradas un manjar, cuya demanda alimenta todo un mercado negro.
Las autoridades del este de China han anunciado la desarticulación, el pasado abril, de dos fábricas de medusas falsas.
Según la Policía, citada por la BBC, las dos instalaciones ilegales, ubicadas en las provincias orientales de Zhejiang y Jiangsu, habrían proporcionado más de 10 toneladas de medusas falsas al mercado alimentario, que supusieron un ingreso anual de 170.000 yuanes (26.100 dólares) a las redes criminales.
Los animales falsificados habían sido fabricados con sustancias químicas y contenían niveles excesivos de aluminio, un metal muy nocivo para los huesos, los nervios y la memoria.
Las autoridades han emitido una advertencia especial contra el consumo de este producto, especialmente dirigida a niños, ancianos y mujeres embarazadas, y han publicado una guía para poder distinguir las medusas naturales de las falsas.
Según la guía, las medusas reales huelen a pescado y son muy coloridas, mientras que el producto que las imita es inodoro e insípido y tiene una textura similar a la cinta adhesiva.
Los platos de medusa son particularmente populares en verano en las costas del sur y este de China, donde se sirven como ensalada con varios tipos de aderezos.