Equipos especiales estadounidenses formados por menos de 25 personas están instalados en el este y oeste de Libia desde fines de 2015 para conseguir apoyos locales para una eventual incursión antiterrorista.
Las divisiones están ubicadas en las ciudades de Bengasi y Misrata, publica el portal 'The Washington Post', como parte de los planes desarrollados por el Pentágono para enfrentar al Estado Islámico en Libia y así restablecer "un ambiente seguro" en el país.
Estas actividades pueden ser la diferencia entre el éxito y el fracaso en zonas de hostilidades activas.
En los últimos años, la actividad terrorista en la región ha aumentado, en especial tras la operación en 2011 para derrocar al entonces presidente libio, Muammar Gaddafi.
Sin embargo, EE.UU. no está solo, ya que las actividades de los denominados 'equipos de contacto' también involucran a fuerzas militares de Francia y de otros países europeos.
"Estas actividades pueden ser la diferencia entre el éxito y el fracaso" en zonas de "hostilidades activas", explicó el funcionario del Pentágono William Wechsler, quien supervisa el desarrollo de las actividades para detectar "redes locales amigas y enemigas". En ese sentido, Paul Scharre, exintegrante del Departamento de Defensa, aseguró que esa es una de las "herramientas" para "evitar que Libia se convierta en Siria".
Una mala experiencia
En 2011, EE.UU. fue partícipe activo de las operaciones para derrocar a Gaddafi. Sin embargo, la muerte del líder, lejos de generar las condiciones buscadas, derivó en un vacío de poder que permitió la formación de grupos terroristas.
"En una intervención de este tipo debe haber una transición. Tuvimos que apoyar a los libios a ponerse de pie y formar un Gobierno", explicó el vocero del Departamento de Estado de la Casa Blanca, Mark Tomer, quien admitió que durante "la ausencia de un Gobierno central fuerte" hubo "un vacío que fue usado para crear grupos como el Estado Islámico".
Durante la ausencia de un Gobierno central fuerte hubo un vacío que fue usado para crear grupos como el EI.
Por su parte, el presidente Barack Obama reconoció que no pensar en las consecuencias de la intervención en Libia fue su mayor fracaso.
En ese sentido, Serguéi Lavrov, ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, afirmó que la intervención de la OTAN en Libia fue "una agujero negro" que convirtió al país en un "foco criminal de tráfico de migrantes a Europa".