Este 23 de mayo las ciudades de Jableh y Tartús, ubicadas en la costa mediterránea de Siria, sufrieron una cadena de atentados que segaron la vida de 148 personas y dejaron centenares de heridos, varios de los cuales se encuentran en un estado crítico, según la cadena Al Jazeera.
Tanto el grupo proturco Ahrar al Sham —considerado como moderado por Occidente y Turquía— como el Estado Islámico han asumido la responsabilidad de estos ataques terroristas, los mayores que han tenido lugar durante la guerra de Siria y, en su conjunto, unos de los más mortíferos de la historia.
Hasta este momento las ciudades de Jableh, ubicada en la provincia de Latakia, y Tartús, el centro administrativo de la provincia del mismo nombre, habían sido de los pocos lugares en donde reinaba la paz en medio de la pesadilla que vive Siria. Sin embargo, 'la oposición siria', parte de la cual goza del respaldo de Washington y sus aliados, ha traído la muerte a estas ciudades de manera inesperada, denuncia la periodista Elena Grómova, que trabajó en Siria durante varios años.
Repaso de los hechos
Jableh y Tartús vivieron cuatro explosiones cada una este lunes por la mañana, en el momento en que había más gente congregada y según el mismo patrón. Así, tanto en una como en otra estalló un coche bomba y dos suicidas explotaron unos dispositivos en medio de multitudes que intentaban huir de esos lugares.
Un centro comercial cerca de Tartús vivió la cuarta detonación en la zona, mientras que en Jableh uno de los terroristas suicidas fingió que ayudaba a evacuar a los heridos y activó su bomba cuando estaba rodeado de los damnificados y de personal médico.
Reacción internacional
Rusia, Irán, Bielorrusia, Armenia y otros países han expresado sus condolencias a Siria y sus ciudadanos. Por su parte, la reacción occidental se ha limitado a las palabras del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien ha mostrado su "preocupación" por la "escalada de violencia".
Aún no se tienen noticias de las personas que exclamaban "Je suis Paris", resume la periodista rusa Elena Grómova en su artículo ¡'Je suis Jableh'! ¡'Je suis Tartous'!.