Durante décadas EE.UU. ha forjado alianzas militares con diversos países de todo el mundo. Sin embargo, en la actualidad esta gran extensión estratégica de seguridad se asemeja a un jardín descuidado que necesita urgentemente una poda, asegura el investigador y escritor Ted Galen Carpenter, en su artículo de la revista 'The National Interest'.
Washington ha caído en el mal hábito de pactar alianzas inútiles con la misma naturalidad que algunas personas agregan amigos en Facebook
"Uno podría haber pensado que con el final de la Guerra Fría y la caída de la Unión Soviética terminarían las pactomanías de Washington. Pero al contrario, EE.UU. explotó ese vacío de poder añadiendo una gran cantidad de aliados no solo en Europa, sino también en otras regiones del planeta", comenta Galen, principal investigador del Instituto Cato, un laboratorio estadounidense de ideas.
EE.UU. necesita una estrategia de seguridad más selectiva y exigente, sostiene. La vasta red de alianzas de Washington se ha cubierto de maleza, y muchas de ellas claman por una poda vigorosa. Según Galen, la primera opción es podar las alianzas inútiles. La segunda forma sería dar máxima prioridad a la eliminación de aliados potencialmente peligrosos, que fácilmente podrían arrastrar a EE.UU. a una guerra innecesaria, mientras que la tercera, es deshacerse de los aliados más detestables, aquellos cuyo comportamiento nacional e internacional en gran medida ofenden los valores estadounidenses y los estándares básicos de la decencia humana.
En la primera opción, se debería "eliminar un buen número de pequeños miembros de la OTAN, como Montenegro y Eslovaquia, mini Estados que no aportan nada a la potencia económica y militar de EE.UU. Washington ha caído en el mal hábito de pactar alianzas inútiles con la misma naturalidad que algunas personas agregan amigos en Facebook".
En el segundo estándar, se deberían eliminar países dependientes de la seguridad estadounidense, como Taiwán y Corea del Sur. Estas naciones tienen grandes conflictos no resueltos con sus vecinos, y sus disputas podrían escalar hasta el punto de arrastrar a EE.UU. a una guerra que tiene poco o ninguna relevancia para nuestros intereses vitales. Washington debe considerar si realmente está dispuesto a ingresar en una guerra para defender a sus aliados contra adversarios poderosos, advierte el investigador.
Galen comenta que otras alianzas que entran tanto en la primera como en la segunda categoría son los países bálticos. "Pequeños Estados que no tienen importancia económica o estratégica especial para EE.UU. De hecho, esas naciones han estado entrando y saliendo del imperio ruso (y después en la Unión Soviética) a lo largo de los siglos. Su actual relación con Rusia no es de las mejores, y EE.UU. ha optado por garantizarles su seguridad a través de la OTAN", lamenta.
Una última opción sería comenzar con la eliminación de los compromisos militares con aliados especialmente "detestables". "Abusadores consecutivos de los derechos humanos como Arabia Saudita y Egipto, deberían ser los primeros. Otros casos que merecen una amplia consideración son las relaciones con países como Turquía, Hungría e Israel. Las tendencias autoritarias en las dos primeras naciones han alcanzado niveles alarmantes, mientras que el trato de Israel a los palestinos durante décadas merece desaprobación", finaliza el escritor.