Ángel Sastre, camarógrafo y reportero de guerra, fue capturado el 12 de Julio en la ciudad siria de Alepo, cuando el vehículo en el que viajaba en compañía de los periodistas españoles Jose Manuel López y Antonio Pampliega fue interceptado por un grupo armado. Más tarde pasarían a manos de Al Nusra, la filial de Al Qaeda en Siria. No serían liberados hasta hace poco más de un mes. En total, estuvieron secuestrados 10 meses, durante los que llegaron a perder las esperanzas de salir con vida del cautiverio.
Ángel nos recibe en el moderno vestíbulo de un hotel del centro de Madrid. Sus maneras sencillas y cercanas contrastan un poco con el entorno, tan sofisticado que resulta casi frío. A pesar de que nos recibe con mucho cariño y una disposición excelente, no puede disimular el cansancio; y no se trata del cansancio convencional de haber dormido poco, o de haber hecho demasiadas entrevistas últimamente -que también-, es un cansancio más profundo, más total, y probablemente mucho más difícil de reparar. De momento, antes de la entrevista, nos suplica ir a una terraza a tomar un café y despejarse un poco. Allí nos advierte que ésta es la última entrevista que concede; ya no quiere más. También nos advierte, esta vez con una sonrisa cómplice, que en cuanto terminemos va a ir a bañarse a la piscina, y luego a ver el partido de España en la Eurocopa.
Ya en su habitación, accede a respondernos a las preguntas, y aunque en ningún momento lo dirá directamente, desde el principio de la conversación quedará clara la necesidad de que esto sea lo más rápido posible: no es ni muchos menos un tema sobre el que Ángel disfrute hablando. Empiezo preguntando qué es lo que falló, cómo quedaron desprotegidos allí hasta el punto en que fue posible la captura: "Creo que no entramos con la persona adecuada; fue una persona que…no se si nos vendió o es que no tenía suficiente experiencia…de todas formas en Siria es desolador el tema de los secuestros, y yo creo que hay pocos 'fixers' [nativos que facilitan el acceso a zonas de conflicto] que te puedan defender. Pero no podemos culpar sólo a esa persona; cometimos errores importantes. Nosotros somos especialistas, nos manejamos con los mejores, y entramos en las zonas más jodidas…esa vez cometimos errores que no nos vamos a perdonar nunca. Entramos con quien no teníamos que entrar. Pero de todas formas hoy por hoy no se puede entrar en Siria".
Cometimos errores que no nos vamos a perdonar nunca
¿En algún momento empezaste a notar que estabas en peligro real?
Desde el principio las cosas fueron mal, entramos con unos niños…
¿Niños? ¿Te refieres a esta gente con poca experiencia…?
No. Niños. Hubo niños 'smugglers'. Los 'smugglers' son los traficantes. Las fronteras estaban cerradas, entonces entramos con unos niños que nos ayudaron a cruzar el monte, y después no estaba la persona que tenía que estar, ni la protección que tenía que estar…el salvoconducto que teníamos quedó en papel mojado…todo fue mal.
Nos daban muy poca información. Sobre todo cuando pasamos ya a manos de Al Nusra. Y la verdad es que no nos daban muchas esperanzas
Mientras estuvisteis recluidos…¿estuvisteis juntos? ¿En qué condiciones estabais?
Estuvimos juntos durante algún tiempo. En unos 15 ó 20 metros cuadrados. Nos daban bien de comer, nos permitían hacer ejercicio, y pudimos pillar una rutina…jugábamos al ajedrez…y durante los últimos cuatro meses nos dejaron una televisión con los canales en árabe. Yo pude cambiar la configuración de los canales y logré sintonizar la BBC y la CNN.
O sea, que más o menos estabas enterado de lo que sucedía en el exterior…
No, "más o menos" no: estaba enteradísimo.
¿Y sabías también que te estaban buscando?
No. Había un silencio informativo, porque había una cadena de seguridad y no sólo el gobierno, sino también nuestros compañeros periodistas, se han portado como profesionales de primer nivel.
¿Solución al terrorismo en la zona? No. Es un túnel sin luz, un callejón sin salida.
¿Y los captores que os decían? ¿os hablaban de sus intenciones? ¿Qué información os daban?
Nos daban muy poca información. Sobre todo cuando pasamos ya a manos de Al Nusra. Y la verdad es que no nos daban muchas esperanzas.
Ángel Sastre, como decimos, es demasiado amable como para decirlo directamente, pero la manera atropellada y fría con que ha contestado a algunas de estas últimas preguntas, como si lo recitara de memoria y sin ganas, sugiere la necesidad de cierta distancia emocional. Es quizá el momento de plantearle preguntas a un nivel más abstracto. Con esa intención preguntamos, un poco ingenuamente, por la diferencia entre Al Nusra e Isis. Desde luego, si pretendíamos un análisis frío y extenso del asunto, obviamente no estamos preguntando a la persona adecuada: "Son los mismos hijos de puta y vienen de la misma raíz, sólo que ahora están haciendo una campaña de lavado de imagen".
Sin embargo, los secuestros del Estado Islámico suelen ser peor todavía, ¿no?
Sí, puestos a elegir, los del EI son peores.
¿Ves alguna solución al terrorismo en la zona?
No. Es un túnel sin luz, un callejón sin salida, utiliza la metáfora que quieras. Cualquiera de las salidas es mala. Aquello empezó como una primavera árabe y es ahora una primavera marchita que está secuestrada por los grupos islamistas. Ya no imperan los valores de un estado laico y democrático. Se fue a la mierda.
Turquía y Catar suelen participar en la liberación de los periodistas capturados por los grupos terroristas en la zona…¿a qué puede deberse esto?
Pues no lo sé. En la nuestra participaron. Pero no sé por qué.
¿Y no sabes hasta qué punto participaron?
No.
¿Qué recuerdas del momento de la liberación? ¿Cuando intuiste que iba a ocurrir?
Cuando nos pidieron la talla de la ropa. Nos trajeron unos 'chandals' de Adidas muy guapos, y unas zapatillas de deporte (hasta entonces siempre habíamos ido en chanclas)…y entonces dijimos “nos llevan a algún lado”.
¿Cual fue la primera persona “amiga” que viste entonces, es decir, la primera persona no hostil?
No te lo voy a decir.
Y a esta respuesta añade una mirada hacia el balcón de la habitación y la misma sonrisa cómplice con la que antes nos informó que iría a bañarse a la piscina. Parece que ha llegado el momento.
Ángel Sastre encara por ahora proyectos atractivos y más relajantes que el periodismo de guerra. Pero quienes le conocen saben que su alto nivel de compromiso con la verdad podría llevarle de nuevo a la primera línea, a las zonas oscuras que sólo pueden iluminarse a costa de un altísimo riesgo personal.
David Romero