¿El fin del sueño europeo? 'Brexit' o 'Bremain', los británicos deciden su futuro
Este 23 de junio, los ciudadanos británicos están llamados a las urnas para votar en el referéndum que decidirá si Londres sigue siendo miembro o no de la UE. El eventual 'Brexit' sería el primer caso de salida de un país de la Unión Europea.
Mientras todo el mundo está a la espera de los resultados de la votación británica, en este artículo repasamos la historia de 'desamor' entre Londres y Europa, explicamos los argumentos de ambas partes en cuestión, y analizamos las posibles consecuencias de un eventual 'Brexit' tanto para el Reino Unido, como más allá de sus fronteras.
La palabra 'Brexit' –acrónimo de 'Britain' ('Reino Unido') y 'exit' ('salir')– entró en uso hace unos años por analogía con otro concepto, el de 'Grexit': escenario hipotético de la salida de Grecia, afectada por la crisis económica, de la zona euro.
Al mismo tiempo circula en los medios una voz cuyo significado se opone al de la anterior: 'Bremain', que es acrónimo de 'Britain' ('Reino Unido') y 'remain' ('permanecer').
La desconfianza de los británicos hacia el proyecto de la integración europea no es algo nuevo.
En 1957, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo firmaron el Tratado de Roma para crear la Comunidad Económica Europea, la predecesora de la Unión Europea. Anteriormente, los seis países habían invitado al Reino Unido a participar en las negociaciones previas, pero Londres rechazó la invitación e incluso intentó boicotear el proyecto, ofreciendo un plan alternativo.
En los años posteriores, ante el éxito de la nueva asociación y el declive británico, el Reino Unido se dio cuenta de su error y en julio de 1961 pidió entrar en la CEE, pero su adhesión fue vetada por Francia.
En 1973, Londres finalmente logró entrar en el bloque, pero muy pronto la opinión pública sobre las ventajas y desventajas de la adhesión en la comunidad se dividió, y en 1975, el Gobierno británico celebró un referéndum sobre la permanencia o salida de la CEE. Sin embargo, la mayoría de quienes participaron, alrededor del 67%, votó a favor de la permanencia en las instituciones comunitarias de entonces.
A mediados de la década de 1990, después de la creación de la Unión Europea, los euroescépticos se unieron en el Partido del Referéndum. La formación participó en las elecciones de 1997, pero no logró entrar en el Parlamento, y, poco después, dejó de existir.
Otra organización con ideas similares –el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP)– llegó a tener más éxito: en 2014 se impuso en las elecciones al Parlamento europeo.
El actual episodio empezó en 2013, cuando en un discurso, el primer ministro David Cameron prometió que si era reelegido en 2015, renegociaría la posición del país dentro de la Unión Europea y convocaría una consulta popular sobre la permanencia en el bloque comunitario.
Una de las principales quejas sobre la UE es su complejidad burocrática. Los partidarios del 'Brexit' sostienen que las directivas de la Unión obstaculizan la economía y limitan la soberanía británica.
Para los euroescépticos, la UE es una fuente de gastos innecesarios, en la que el Reino Unido invierte unos 14.400 millones de dólares al año, alrededor del 0,5% de su PIB.
Otro argumento tiene que ver con la restricción de la migración, ya que los partidarios del 'Brexit' ven a los inmigrantes como una amenaza para el mercado laboral y una carga social.
De hecho, los líderes de la campaña a favor de que el Reino Unido abandone la Unión Europea ya han anunciado que endurecerían las condiciones para que los europeos se instalen en el país si ganan el referéndum.
"El derecho automático de todos los ciudadanos de la Unión Europea a venir a vivir y trabajar en el Reino Unido se terminará", indica el comunicado emitido a principios de junio por Michael Gove, ministro de Justicia británico; Boris Johnson, exalcalde de Londres, y Priti Patel, secretaria de Estado para el Empleo.
Por su parte, los que se oponen al 'Brexit' argumentan que la salida del país de la UE le costará mucho más caro que lo que gasta actualmente, y que cortar los lazos con sus socios europeos tendrá consecuencias catastróficas para la economía y el comercio del país. También señalan que abandonar la Unión pondrá en peligro la influencia de Londres en el mundo.
Formalmente, el referéndum es consultivo. Sin embargo, el Gobierno del Reino Unido ya ha prometido que si los partidarios del 'Brexit' son mayoría, el procedimiento de salida de la UE se pondrá en marcha.
El derecho a abandonar la Unión Europea está reflejado en el artículo 50 del Tratado de Lisboa, un análogo de la Constitución Europea. En teoría, un país solo tiene que notificar a la UE su deseo de salir. No obstante, después comenzarán las negociaciones sobre cómo desarrollar la posterior relación, que pueden durar dos años o incluso más. Después de esto, el proceso del 'Brexit' habrá concluido.
En cuanto a las consecuencias del eventual 'Brexit' para el país, mucho dependería del resultado de las negociaciones con la Unión Europea, por ejemplo, en relación al comercio entre el Reino Unido y sus antiguos vecinos del bloque, ya que actualmente, la UE representa casi la mitad de las exportaciones del país.
Una de las posibles consecuencias del 'Brexit' sería el colapso de la libra esterlina, que desde mediados del 2015, ya ha caído desde los 1,6 dólares a 1,4 dólares. De acuerdo con el pronóstico de HSBC, en caso de que el país salga de la Unión Europea la moneda británica podría caer un 20%.
El 'Brexit' también puede representar una amenaza para Londres como centro financiero mundial, según advierten los expertos.
La London School of Economics estima que la salida de la UE puede costarle al Reino Unido entre el 2,2% y el 9,5% del PIB, mientras que el Ministerio de Finanzas predice una caída del PIB en un 6,2%. Por el contrario, quienes se oponen a la UE argumentan que el daño a la economía será menos grave.
En cuanto a otras posibles consecuencias más allá de la economía, el historiador y escritor británico Antony Beevor asevera que la salida del Reino Unido de la UE "bien podría convertirse en el peor ejemplo en la historia de tirar piedras contra nuestro propio tejado".
En su opinión, aunque la UE "no ha cumplido con su objetivo de una unión cada vez más estrecha" y tiene sus defectos, lo cierto es que "si el Reino Unido sale, y por lo tanto provoca o acelera su desintegración, vamos a ganar al instante el estatus de la nación más odiada, no solo en Europa sino mucho más allá".
Con el aumento del euroescepticismo dentro del bloque comunitario, una victoria del 'Brexit' en el referéndum abriría la puerta para que otros Estados miembros de la Unión Europea renegocien su relación con Bruselas.
Un sondeo publicado esta semana por el Centro de Investigaciones Pew, con sede en EE.UU., reveló que se ha acabado el amor de los europeos por la UE en 10 de los Estados miembros más grandes del bloque comunitario. Los resultados indican que el 70% no ve con buenos ojos la perspectiva del 'Brexit'. Sin embargo, el porcentaje de europeos que aún confían en el proyecto comunitario se ha hundido, lo que refleja el descontento generalizado por las políticas adoptadas desde Bruselas.
"Si el Reino Unido sale, y por lo tanto provoca o acelera la desintegración de la UE, vamos a ganar al instante el estatus de la nación más odiada, no solo en Europa sino mucho más allá"
Antony Beevor, historiador británico
El ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang Schäuble, señaló en una entrevista con medios alemanes que en caso de que se produjera el 'Brexit', otros países también podrían seguir los mismos pasos de Londres. "No se puede descartar que eso ocurra. Por ejemplo, cómo reaccionaría Países Bajos, que tradicionalmente ha estado muy ligado al Reino Unido", se cuestionó el ministro.
"La salida del Reino Unido provocaría que países como Suecia, Dinamarca o Países Bajos exijan con más fuerza y frecuencia un referendo sobre la permanencia en la UE, y dependiendo de las elecciones presidenciales francesas del próximo año, también ocurría en Francia", indica el diario británico 'The Guardian'.
El Partido por la Libertad, la primera fuerza política de Países Bajos, ha adelantado que el 'Brexit' facilitaría que otros países tomen la misma decisión. Mientras que el partido Demócratas de Suecia, que mantiene el equilibrio de poder en Estocolmo, está a favor de permanecer en la UE, pero "haría todo lo posible para limitar la influencia de Bruselas".
Los dirigentes del Partido Popular Danés, la segunda fuerza de Dinamarca, esperan que el Reino Unido permanezca en Europa, "pero solo porque lo ven como la mejor oportunidad para que Copenhague pueda renegociar su propia relación con la UE".
En Francia, el Frente Nacional de Marine Le Pen, durante mucho tiempo ha dicho que buscaría renegociar la pertenencia de París a la UE si asume el poder. Le Pen considera que el referéndum del Reino Unido es un momento clave en la historia de Europa y sugirió que cada Estado debe ser capaz de decidir su permanencia en el bloque.
Incluso en Alemania, Alternativa para Alemania, la tercera mayor fuerza política del país, ha señalado que el 'Brexit' "proporcionaría una oportunidad para impulsar la reforma de la UE". El Partido de la Libertad de Austria, que estuvo a punto de ganar las elecciones presidenciales celebradas el pasado mes de mayo, también quiere renegociar la relación del país con Bruselas, según 'The Guardian'.
Más allá de las fronteras europeas, varios economistas, expertos y empresarios han advertido de los peligros de la eventual salida del Reino Unido de la UE para la economía global.
El 'Brexit' sería "malo para el Reino Unido, malo para Europa, malo para el mundo, incluido EE.UU.", advierte José Ángel Gurría, secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
El Fondo Monetario Internacional hizo pública el pasado viernes una de las previsiones más graves hasta la fecha, calificando el impacto de la posible salida del Reino Unido de la Unión Europea de "negativo y sustancial", preocupación que ha hallado eco en las declaraciones de los responsables políticos de todo el mundo.
"Básicamente, todos dicen más o menos lo mismo. Es decir, que no hay duda de que la economía lo pasará mal"
Jacob Kirkegaard, investigador principal en el Instituto Peterson para la Economía Internacional
Mientras tanto, los mercados financieros ya están empezando a sentir los temblores, incluido en EE.UU., donde los rendimientos de los bonos del Tesoro cayeron a niveles mínimos desde el 2012.
"En este momento, nadie sabe cómo sería el mundo con el Reino Unido fuera de la UE. Esto por sí solo crea una incertidumbre que las empresas no desean ver"
Emanuel Adam, máximo responsable de política y comercio del grupo BritishAmerican Business
De cara al referéndum, la agencia de calificación de riesgo Standard & Poor's ha introducido un índice de sensibilidad a la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
El índice abarca factores tales como la correlación de la exportación de países al Reino Unido y su PIB, los flujos migratorios, las demandas de empresas del sector financiero a los contrayentes británicos e inversión extranjera directa en el Reino Unido. Cada criterio se evalúa desde 0 hasta 1 y el total de las evaluaciones se suma para el índice.
Además de 18 países de la Unión Europea, la agencia ha analizado a Canadá y Suiza. Como resultado, el índice de Irlanda es 3,5, el de Malta es 2,9, el de Luxemburgo es 2,4 y el de Chipre es 2,3, lo que hace a estos cuatro países de la UE los más vulnerables ante el 'Brexit'.
El pasado 6 de junio el primer ministro del Reino Unido, David Cameron, manifestó ante su pueblo una postura crítica hacia el 'Brexit'. Se refirió a la salida de la UE como a una "bomba debajo de la economía" británica y "lo peor es que la lanzamos nosotros mismos".
Mientras tanto, los líderes de la UE se dan cuenta de la amenaza existencial a la que se enfrenta el proyecto europeo.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, reconoció recientemente el peligro de la ruptura del bloque y explicó que, "obsesionados con la idea de la integración inmediata y total", los líderes de la UE "no se dieron cuenta de que la gente común, los ciudadanos de Europa, no comparten nuestro euroentusiasmo".
Entonces, ¿estamos ante el inicio del fin del proyecto europeo? Para contestar a esta pregunta, habrá que esperar a los resultados de la votación.
Preparado por María Lekant, Mijaíl Ratkovski