La verdad es que sí había buenas razones para el optimismo. No sólo por las numerosas encuestas que durante las últimas semanas venían augurando el 'sorpasso', sino porque las últimísimas de ellas, las encuestas a pie de urna hechas públicas justo tras el cierre de los colegios electorales, lo confirmaban ampliamente: nada menos que 10 escaños de ventaja sobre el PSOE convertían a Unidos Podemos en la segunda fuerza política de España, dando el golpe de gracia al bipartididsmo tradicional.
Con ese estado de ánimo la plaza del museo Reina Sofía se fue llenando de gente hasta adquirir un aspecto colorido y agradable bajo el último y templado sol de la tarde. Se notaba un ambiente de alegría contenida: la vibración de la esperanza.
Pero duró poco, concretamente hasta que se encendió la pantalla que había allí instalada para seguir el escrutinio. El eufórico aplauso inicial quedó interrumpido por la lectura de los resultados reales: con un 16% del voto escrutado, la ventaja del PP era impresionante: más de cincuenta escaños sobre el segundo partido más votado... que además no era Unidos Podemos, sino el PSOE.
El recuento continuaría sin cambios relevantes, y resultó un descenso lento y sostenido hacia la decepción definitiva: Unidos Podemos era la tercera fuerza política, sin sumar ni un escaño a los obtenidos el 20 de diciembre. El PP aumentaba su ventaja y el PSOE, a pesar de obtener los peores resultados de su historia, se mantenía en el segundo puesto.
Hablamos con Ángel, un fotoperiodista de 44 años que había ido a la plaza "con expectativas e ilusionado" a pesar de que admite no haber votado (ni haberlo hecho nunca). Venía buscando que se consumara un momento histórico, que se "volteara un poco la situación". Pero ha quedado decepcionado por el resultado. Como todo el mundo aquí. Cree que "no ha sido inteligente la estrategia de unirse a Izquierda Unida". Ángel cree que no va haber pactos y que es posible que vayamos a unas terceras elecciones.
Creo que es solo una batalla, hay que seguir luchando
Sonia, otra de las simpatizantes que abarrotaba la plaza, también creía que Unidos Podemos sería la segunda fuerza política. Ha quedado decepcionada pero late por debajo de eso un optimismo poderoso: "Creo que es solo una batalla, hay que seguir luchando, es solo el principio". Admitía, sin embargo, que le da "pena este país, que después de lo que ha pasado siga votando al PP... es brutal la ignorancia". Sonia tiene tres hijos y los ha traído hoy aquí, precisamente porque confía en que si volvemos a los jóvenes conscientes de la importancia de la política, no volverá a haber resultados tan decepcionantes e incomprensibles como este.
El voto no ha sido muy consciente y ha estado muy influido por agentes exteriores, como todo el miedo al discurso de Venezuela
Por su parte, José, de 65 años, no tenía tantas expectativas. A pesar de las encuestas, no confiaba demasiado en el 'sorpasso'. Considera que el voto "no ha sido muy consciente y ha estado muy influido por agentes exteriores, como todo el miedo al discurso de Venezuela, lo del 'Brexit', lo de la independencia de Cataluña...". Aunque le sorprende que la gente siga "ensalzando el latrocinio, en vez de castigarlo", en referencia a la abrumadora cantidad de casos de corrupción que rodean al PP. Pero también es optimista y sus convicciones son sólidas: "Lo de venir aquí hoy es sobre todo por apoyar a Podemos, porque lo que encarna Podemos es el futuro".
Y esa era la tónica general entre los simpatizantes de Podemos: como una hoguera de ilusión que se hubiese apagado por el jarro de agua fría que supusieron los resultados finales, pero cuyas brasas siguen resplandeciendo aún.
El ambiente se enfrió y permanecería así hasta la llegada de los líderes de Podemos, que al subir al escenario volvieron a avivar la ilusión a base de enérgicas soflamas, de agradecimiento a sus bases y de insistencia en los valores básicos de su formación. El estado de ánimo remontó un poco entonces. Pero la remontada electoral tendrá que esperar aún algún tiempo.
David Romero