Las relaciones entre EE.UU. y Rusia "se han deteriorado a niveles peligrosos", constata Dimitri Simes, editor y director del portal The National Interest, donde en su último artículo analiza la historia y las perspectivas de la relación entre ambos países.
El conflicto entre EE.UU. y Rusia no es inevitable
Simes considera que "el conflicto entre EE.UU. y Rusia no es inevitable" y achaca el distanciamiento entre Rusia y Occidente después de la Guerra Fría a "las expectativas poco realistas y contradictorias" de ambas partes, empezando con el momento en que la Administración de Clinton comenzó a presionar al presidente Borís Yeltsin, exigiéndole que acelerara las reformas económicas radicales y muy dolorosas para Rusia.
Expansión de la OTAN: de amigo a enemigo
La "combinación atrevida" de la expansión de la OTAN y el creciente intervencionismo estadounidense acentuó aún más el alejamiento de Rusia respecto de Occidente, prosigue el autor del artículo, recalcando que "pocos dentro de la alianza tomaron en serio las preocupaciones de Moscú, que fueron recibidas por la mayoría con indiferencia o desprecio".
Pocos dentro de la alianza tomaron en serio las preocupaciones de Moscú, que fueron recibidas por la mayoría con indiferencia o desprecio
El analista agrega que los líderes de EE.UU. "nunca o rara vez" intentaron evaluar de forma crítica cómo ellos mismos habrían reaccionado si una alianza poderosa buscara, por ejemplo, atraer a sus filas a Canadá y a México haciendo caso omiso de EE.UU.
Aunque la Administración de George H. W. Bush, efectivamente, "no proporcionó garantías formales" de que la OTAN no se extendería más hacia el este, las autoridades de EE.UU. "no tenían derecho" a pensar que podrían mover las fronteras de la OTAN más y más en esta dirección "sin cambiar la percepción rusa de Occidente de la de amigo a la de enemigo", argumenta el experto.
El último intento
Las posteriores intervenciones de la OTAN en Bosnia y Serbia, así como la guerra de Irak y la intervención en Libia "cimentaron la transformación de la OTAN a los ojos de los rusos desde una organización no amenazante a una alianza militar dispuesta a actuar sin el respaldo de la ONU y sin considerar la posición de Rusia", explica Simes.
En su opinión, el último intento de acercamiento fue hecho durante la presidencia de Dmitri Medvédev (2008-2012), pero incluso entonces la OTAN continuó ignorando los esfuerzos de Rusia, como ocurrió, por ejemplo, con la propuesta del ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, para negociar un tratado de seguridad europea.
Según el analista, a falta de un debate serio sobre política exterior, pocos estadounidenses entendieron "qué ambicioso proyecto estaba llevando a cabo Washington al permitir la expansión y el intervencionismo de la OTAN" hasta haber incorporado la mayor parte de Europa.
De Napoleón al 11-S
El 11-S podría no haber ocurrido si la Administración de Clinton y la Administración de George W. Bush hubieran trabajado con Rusia como socio estratégico en la lucha contra Al Qaeda en Afganistán
En este sentido, Simes propone echar un vistazo a la historia europea de los últimos dos siglos para corroborar que tan solo tres veces un país o grupo de países trataron de dominar Europa. "Napoleón Bonaparte, los aliados victoriosos de la Primera Guerra Mundial y el Tercer Reich: todos lo intentaron y fracasaron", recuerda.
Además, incluso dejando de lado escenarios catastróficos como las guerras napoleónicas o las dos Guerras Mundiales, el choque entre Occidente y Rusia tiene un precio muy alto, advierte el analista.
A su juicio, "el ejemplo más dramático es el del 11 de septiembre, que podría no haber ocurrido si la Administración de Clinton y la Administración de George W. Bush hubieran trabajado con Rusia como socio estratégico en la lucha contra Al Qaeda en Afganistán".
¿Es posible un nuevo comienzo?
Según el experto, Washington tiene que estudiar ahora "si un nuevo comienzo es posible". Si hay una oportunidad, "no se requerirán concesiones unilaterales de EE.UU.", pero sí "un primer debate serio sobre los intereses y las prioridades estadounidenses en todo el mundo después de la Guerra Fría y una evaluación sobria acerca de cómo Rusia se inscribe en ellos", concluye Simes.