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Orígenes de la tensión: "China y EE.UU. no iban a ser nunca aliados para siempre"

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La relación entre EE.UU. y China demuestra que nada es permanente en el "gran juego" de la política internacional y lo que une a las naciones en las alianzas a menudo no es tan duradero como pueda parecer.
Orígenes de la tensión: "China y EE.UU. no iban a ser nunca aliados para siempre"

En el "gran juego que es la política internacional" solo hay una cosa cierta: ningún conjunto de circunstancias es permanente y lo que une a las naciones en las llamadas 'asociaciones estratégicas' o en las alianzas no es a menudo tan duradero o fuerte como pueda parecer, sostiene en su nuevo artículo para 'Asia Times' el analista Harry Kazianis.

Para Kazianis, el mejor ejemplo de ello es la evolución de la relación estratégica entre EE.UU. y la República Popular de China. El analista explica que la amenaza de "una Unión Soviética hegemónica que dominara la masa terrestre de Eurasia y difundiera su influencia" en todo el mundo "creó el más extraño de los emparejamientos" y unió a estos "enemigos acérrimos".

Rivales estratégicos

Sin embargo, con la desintegración de la URSS, "también lo hicieron los motivos estratégicos para una asociación de este tipo", recuerda el experto, detallando que la amenaza que unió a estos países a partir de entonces solo existió en los libros de historia.

Ambas naciones sentían cada vez más presión para mirarse la una a la otra como competidores estratégicos

Entonces, aunque la economía proporcionó un incentivo para dejar de lado los retos estratégicos y geopolíticos, "ambas naciones sentían cada vez más presión para mirarse la una a la otar como competidores estratégicos claros en todos los aspectos de la posible superposición", explica Kazianis.

En su opinión, los peligros de un conflicto por los mares de la China Meridional y de la China Oriental o el aumento del riesgo de un incidente sobre Taiwán "sirven de recordatorio constante" de esta competición.

Confirmados los peores temores de Pekín

Según el analista, aún a mediados de la década de 1980, los planificadores estratégicos chinos se dieron cuenta de que el entorno en el que vivían estaba cambiando rápidamente. Entendieron que la Unión Soviética estaba probablemente en declive, mientras que los nuevos retos y los viejos desafíos que consideraban secundarios o incluso terciarios volverían a ser un importantes.

"Y esto significaba un crecimiento muy probable de la rivalidad estratégica con EE.UU. a medio y largo plazo", señala Kazianis agregando que los eventos posteriores "confirmaron rápidamente los peores temores de Pekín".

En la Guerra del Golfo en 1991 las fuerzas armadas de EE.UU. demostraron ser claramente superiores a las de Irak, que a su vez presentaban algunas ventajas clave sobre las de Pekín, lo que impulsó la modernización del Ejército Popular de Liberación, indica el analista.

No es de extrañar que China está construyendo cosas como misiles 'asesinos de portaaviones' y armas 'antisatélites'

A su juicio, sucesos como la crisis de Taiwán de 1995-1996 o el incidente de Hainan de 2001 solo reforzaron la ansiedad de China por "el simple hecho de que Washington y Pekín tienen intereses estratégicos muy diferentes en Asia" y Washington probablemente resultaría ganador en un eventual conflicto.

Por lo tanto, "no es de extrañar que China esté construyendo cosas como misiles 'asesinos de portaaviones' y armas 'antisatélites'", concluye Kazianis.

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